Hace poco leía en Twitter a @fr_carrillo: «Que un carbonero vasco se ponga a repartir regalos a los niños, bueno. Pero que lo haga justo en Navidad ya es falta de originalidad». Y si no se sabe más, efectivamente suena todo un poco raro. Pero ¿quién es el Olentzero? ¿De cuándo data el mito? Voy a intentar dar unas pinceladas sobre el tema, que es extenso, aquí.
Se ha llamado al Olentzero el «Papá Noel vasco», porque es una figura mitológica que trae regalos a los niños en Nochebuena. Su figura es la de un carbonero, y pese a que actualmente se celebran en su honor desfiles a semejanza del desfile de Reyes, su celebración habitual era la confección y posterior quema de un muñeco con su efigie, y la salida de coros durante el día 24 cantando su popular canción.
Pero ¿de dónde surge esta figura del Olentzero? El padre de la antropología vasca, Barandiarán, popularizó la leyenda más conocida al respecto. En ella se habla de cómo en la sierra de Aralar, los jentilak (gigantes vascos que vivían antes de la humanidad, y erigidores míticos de los megalitos) vieron una gran luz al Este, y al preguntar al más anciano de todos, éste dijo «¡Ay, hijos míos! Kixmi («el mono», nombre que daban a Jesucristo) ha nacido, y nuestra época se ha acabado. Despeñadme por este acantilado». Así lo hicieron, y el resto se desperdigaron y desaparecieron, excepto uno, que decidió bajar a los pueblos a anunciar esta venida a los campesinos, y éste fue después conocido como Olentzero.
Este mito, si bien interesante, no menciona varias de las características de la figura. Otra de las fuentes principales es la canción que se le canta habitualmente. Su primera parte parece ser simplemente descriptiva, y ya menciona su carácter de carbonero («Olentzero se ha ido al monte a trabajar, con la intención de hacer carbón. Cuando ha oído que Jesús ha nacido, ha venido corriendo a darnos la noticia»), pero en la siguente se le pinta simplemente como un comilón y barrigudo: «Ahí va, ahí va, nuestro Olentzero, está sentado con la pipa entre los dientes. También tiene capones con huevos, para merendar mañana con una botella de vino. Olentzero, cabezón sin entendimiento, esta tarde dicen que se ha bebido un pellejo de cuatro arrobas. ¡Ay, cerdo barrigudo!».
Y si nos vamos al Euskalerriaren Jakintza de Azkue, antropólogo anterior a Barandiarán, vemos que en Larraun se trataba de un gigante borracho de ojos rojos que se colgaba de la chimenea, sin ninguna de las características citadas antes. Pero parece íntimamente relacionado con un tronco que se ponía ardiendo durante todo el día, costumbre extendida por multitud de zonas del mundo. ¿Puede que el muñeco fuera simplemente la personificación de este tronco, como uno más de los símbolos solsticiales?
Por último, la etimología nos da otra información interesante. -zaro significa en euskera «época» (como en zahartzaro, «vejez»), y una de las formas antiguas del mito es Olentzaro, por lo que su traducción podría ser «época de las Oles». Y estas «Oles», si bien hacen referencia a las canciones «de aguinaldo» habituales en esta época del año, según Caro Baroja se referirían a las «antífonas de la O» que se cantaban entre el 17 y el 23 de diciembre, y de las que, como última curiosidad, surgió la advocación de «María de la O».
Como se ve, multitud de elementos antropológicos sin una unidad clara. Aunque, obviamente, poco tenían que ver el San Nicolás original con el Papá Noel actual, ni los Magos de Oriente con los Reyes actuales. Así se van construyendo los mitos, en la antigüedad y hasta hoy.