Nombres para un país: Euskal Herria

Llevo tiempo queriendo escribir una serie de posts sobre los distintos nombres que se han empleado a lo largo del tiempo para identificar a los vascos. Muchas veces hay detrás de un nombre más de lo que se imaginan los que lo usan, y muchas veces, ese «más» va en direcciones nada predecibles.

De manera que comienzo con un apelativo que, si bien está cobrando un uso mayor actualmente, tiene una larga historia y da claves interesantes sobre aquello que denomina. Uno de los nombres que los vascos se han dado históricamente a sí mismos: «Euskal Herria» (y variantes utilizadas a lo largo del tiempo, como «Euscalerría», «Euscal-Erria» o similares).

Empecemos por lo básico. «Euskal Herria» es un término en lengua vasca (euskera): un nombre compuesto, que se puede traducir aproximadamente por «País Vasco», y en cuya composición se detectan transparentemente dos términos: «Euskal» y «Herria».

«Herria» a su vez se compone de la «-a» final, a modo de artículo (como ya vimos), y de la palabra «herri». «Herri» tiene dos acepciones principales, por ejemplo según el diccionario Elhuyar: «país; tierra; región, comarca», o bien «pueblo, localidad». El Orotariko Euskal Hiztegia nos da más detalles: el significado más antiguo es el de «lugar, tierra, país», general a todos los dialectos; sólo después (sobre todo a partir del siglo XIX) va ampliándose su sentido para denominar a los «habitantes» de dicho país.

Esto es interesante, porque hay quien ha querido dar a «Euskal Herria» un sentido más «étnico» que «geográfico», una traducción más cercana a «Pueblo vasco» (como se tradujo en el propio Estatuto de Gernika), lo que no parece tener sentido: «herri» es «país» en el sentido territorial (no necesariamente político, si se quiere, pero desde luego no meramente poblacional).

euskal-herria

(c) Alfredo León

Y ahora vayamos al segundo elemento: «Euskal». Su significado es claro: es la forma compositiva (o sea, la forma usada como primer elemento de un nombre compuesto, como aquí) de la palabra «euskara», el nombre propio de la lengua vasca. No está claro el origen de este cambio de «-ra» a «-l», que ocurre en pocos casos: si aceptamos que «euskara/euskera» proviene de una forma antigua «*enuskara/enuskera» y que ese sufijo «-kara/-kera» es de origen románico (proviniente en última instancia de «-aria»), se hace difícil entender de dónde proviene la «-l». Por otra parte, observamos esa misma alternancia en otra voz de origen indubitablemente latino («abere», «animal, ganado», cuya forma compositiva es «abel-«).

Pero sea como fuere, de lo que no hay dudas es de que «Euskal Herria» significa «País del Euskera». Lo que nos indica que se trata de un topónimo delimitado por un idioma: si se quiere, «territorio donde se habla euskera».

¿Y quiénes llamaban a esta zona «territorio donde se habla euskera»? Bien, en primer lugar, está claro que el término es un endónimo, esto es, una denominación de un grupo humano dada por ellos mismos (lo contrario, un nombre dado a un grupo humano por otros, es un «exónimo»: por ejemplo, «vascones» es un exónimo dado por los griegos y romanos).

¿Y desde cuándo los vascos han usado «Euskal Herria» para definirse a sí mismos? La antigüedad exacta del término es difícil de definir, pero sí sabemos que se empleó desde los primeros textos largos del idioma: aparece ya en Álava, en el manuscrito de Lazarraga, del siglo XVI, en la forma «eusquel erria«, como pocos años después en Lapurdi, en la traducción del Nuevo Testamento de Leizarraga, de 1571, en la forma «heuscal herria»).

Una pregunta más: ¿y qué ha definido el término, históricamente? Nuevamente, es complicado asegurarlo. Pero sí sabemos que ya en 1643, Pedro de Axular escribió «Porque se habla diferente y de muchas maneras en Euskal Herria. En la Alta Navarra, en la Baja Navarra, en Zuberoa, en Lapurdi, en Vizcaya, en Guipúzcoa, en la tierra de Álava, y en otros muchos sitios». Esta famosa cita parece dejar claro que el término «Euskal Herria» comprendía para Axular estos siete territorios, que se corresponden con los que hoy en día se han dado en llamar las «siete provincias»: territorios en los que se habla o se ha hablado euskera de forma nativa hasta hace muy poco. A principios del XIX se continuaba usando esta misma lista de provincias para definir el término «Euskal Herria», y se ha seguido usando así hasta el día de hoy.

¿Y en qué se diferencia el uso de «Euskal Herria» del de otros términos que obtuvieron un gran éxito a lo largo del siglo XX, como «Euskadi»? Lo veremos en el próximo post.

Los reyes y los vascos

El reciente anuncio de Juan Carlos de Borbón de su próxima abdicación del trono que ocupa en España ha traído a los monarcas y las monarquías a la actualidad. Aprovechando tal coyuntura, he pensado en recopilar algunos datos curiosos sobre la institución monárquica en su relación con el País Vasco, o viceversa.

  • «Errege», el préstamo más antiguo. La palabra vasca para «rey» es «errege». Proviene directamente del latín; no del nominativo «rex», sino del acusativo «rege(m)», que fue la forma propia del latín vulgar y la que dio lugar a todas las variantes en las lenguas romances. En latín esta «ge» se pronunciaba como en castellano «gue», y muy tempranamente pasó a pronunciarse con una palatal, que en castellano en esta posición acabó evolucionando al sonido «y». Este cambio parece que se produjo alrededor del siglo V (aunque el proceso pudo durar varios siglos). Bien, pues el euskera debió de tomar esta voz del latín antes o alrededor de esa fecha, dado que mantiene el sonido velar (ocurrió lo mismo con otras voces latinas como «lege», de «lex», ley), lo que implica que es uno de los préstamos más antiguos del latín al euskera.
     
  • «Errege» como «aita». Hace poco, Semevadelalengua comentó una peculiaridad sobre la palabra «casa»: en determinados contextos funcionaba como un nombre propio. Así, se dice «me voy a casa» (igual que «me voy a Bilbao»), mientras que con cualquier otra palabra se usa el artículo (me voy «a la posada»). En una conversación posterior en Twitter, Ricardo de FiloBlogia recordaba que en algunos dialectos del euskera «etxe» (casa) también se usa así, y que en general esta característica peculiar aparece en otras voces «familiares» en euskera, como «aita» (padre) y «ama» (madre), que se usan sin artículo como si fueran nombres propios (cuando hemos visto que los nombres comunes en euskera deben llevarlo casi siempre). Y eso me hizo recordar que existía otra palabra que funcionaba de la misma forma en euskera: «errege», «rey», se usa sin artículo (como nombre propio, igual que «ama» o «aita»… pero, atención, sólo cuando se refiere al «rey propio», al rey que el vasco que habla siente como propio. De lo contrario, «errege» se declina con artículo («erregea»), como cualquier otra palabra. Así, un vasco podría decir «Errege etorriko da, Ingalaterrako erregeArekin»: el rey (nuestro) vendrá con el rey de Inglaterra (ajeno). Qué reyes sientan hoy unos u otros vascos como «propios» ya es otra discusión, desde luego.
     
  • El rey de Francia es navarro. La monarquía desapareció de Francia en 1870. Los últimos reyes (dejando aparte los emperadores Bonaparte) fueron de la efímera Casa de Orleans, que comenzó en 1830, y llevaban el título de «Rey de los Franceses». Pero la dinastía que reinó en Francia los dos siglos anteriores (desde 1589) fue la Borbón, y el título oficial de estos reyes era «Rey de Francia y de Navarra». ¿Y esto? Sencillo: tras las Guerras de Religión del siglo XVI, el trono de Francia recayó en quien ya era monarca de una nación vecina: Enrique III de Navarra. Su religión protestante hizo que su aspiración encontrara muchos obstáculos, hasta que finalmente abrazó el catolicismo, con la famosa frase «París bien vale una misa», pasando a ser reconocido como Enrique IV de Francia. La Navarra sobre la que gobernaba Enrique era la conocida como «Baja Navarra» o «Merindad de Ultrapuertos», que fue la parte de Navarra que se pudo mantener independiente tras la invasión de Fernando el Católico en 1512, que incorporó a la Navarra peninsular a Castilla. El Reino de Navarra mantuvo su existencia separada del de Francia hasta su abolición en la Revolución Francesa.
     
    Fernando_El_Catolico_Guernica[1]
  • Los reyes que juraron. El territorio de Vizcaya aparece en la Historia como un condado del Reino de Navarra, hasta que en 1072 Íñigo López «Ezquerra» se «autoinstituye» Señor de Vizcaya, dando lugar así a la denominación del Señorío de Vizcaya. Este Señorío pasó en 1370 al Infante Don Juan de Castilla, luego rey Juan I, y desde entonces se mantuvo asociado a la Corona de Castilla (y después de España). Pero esta asociación no diluyó su personalidad histórica, dado que mantuvo hasta 1874 sus leyes propias (Fueros), aduanas en la frontera con Castilla, etc. Uno de los requisitos de los Señores de Vizcaya, como ya vimos, era el de «jurar y prometer» dichos Fueros «en Guernica, so el árbol». Los Reyes de Castilla cumplieron este requisito: el dicho Juan I juró los fueros en Guernica en 1371; Enrique III «el Doliente» en 1393; Enrique IV (tras el intervalo de Juan II) en 1457; los Reyes Católicos en 1476; y desde Carlos I, estos Fueros fueron confirmados por escrito, si bien no en persona. Recordemos las palabras de Felipe II: «Decid á los bizcainos que antes me dejara cortar ambas manos que ponerlas en sus nobles libertades».
     
  • Carlos V, el Rey del Sombrero Colorado. El Rey de quien se conocen (o al menos al que se adscriben) más anécdotas referidas al euskera es, curiosamente, Carlos I, conocido como Carlos V. También en Twitter, Kapittanttan recordaba una de esas anécdotas, recogida por Luis Mitxelena en la importantísima obra Textos Arcaicos Vascos, y citado de aquí:

El emperador Carlos Quinto de gloriosa memoria gustaba de hablar Vascuence, que por tener al confesor, capellán y médico bascongados, como se nota en su lugar, o por curiosidad aprendió algunas palabras; y así de personas fidedignas he sabido, que encontrando en el camino a un arriero de Navarra le preguntó en bascuence:

-Mandazaya, nondic zatoz? Arriero, ¿de dónde venís?
Y respondió:
-Nafarroatic. De Navarra.
Y luego le preguntó más:
-Nafarroan gari asco? ¿En Navarra hay mucho trigo?
Y respondió,.
Bai, jauna, asco. Sí, señor, mucho.
Concluyó el Emperador diciendo:
Nafarroan gari asco; batere, batere ez neretaco.
En Navarra mucho trigo, pero nada para mí.

Y otra anécdota habla de un encuentro suyo con unos aldeanos guipuzcoanos:

Q(uand)o el emperador C(arlos) Quinto paso por Guipuzcoa, le salieron dos hidalgos de Sorabila al camino, y dizen q(ue) le dixeron lo siguiente:

Cosc, Erregue, capela gorri.
Achul ona, Sorabilan bost eche;
Bost echeac, bost urre.
Erregue jauna, eguiezu
Alcabalez merchede.

Ola, Rey del sombrero colorado.
Açeos aca. En Sorabila ay cinco casas,
y ellas cinco como cinco oros.
Senor Rey, azeldes
merçed de las alcabalas

Y el Emperador les otorgo la merçed y quedaron libres de pagar alcabalas.

  • Un último punto en tono musical. Existe una dinastía que fue muy querida en el País Vasco peninsular pero que nunca llegó a reinar: los carlistas, surgidos tras la decisión de Fernando VII de derogar la Ley Sálica para poner en el trono a su hija Isabel. El apoyo popular al hermano de Fernando (Carlos Isidro de Borbón, proclamado Rey por los carlistas con el nombre de Carlos V) es general en el País Vasco (y otras zonas), dado el apoyo decidido de estos reyes a las peculiaridades forales de cada territorio (los Fueros). Este conflicto da lugar a tres guerras (las llamadas Guerras Carlistas). A lo largo de los años se siguen produciendo manifestaciones de lealtad a estos reyes por parte de los vascos. Un ejemplo es esta canción, dedicada a Carlos María de Borbón o Carlos VII, y que ha sido publicada recientemente por el acordeonista Joseba Tapia en su disco de canciones carlistas «Eta tira eta tunba«, y cuya letra original en euskera y su traducción al castellano se puede consultar aquí.

Así que terminamos con música:

Viva Karlos Setimo, Doña Margarita,
laster ikusiko dira Tronuan jarrita!

 

El euskera de Burdeos

Julio César, en sus Comentarios a la Guerra de las Galias, hizo una distinción principal al hablar de los pueblos del norte de los Pirineos, el famoso «Galia est omnis divisa in tres partes»: «Toda la Galia se encuentra dividida en tres partes: una de estas la habitan los belgas, otra los aquitanos, la tercera los que se llaman celtas en su lengua y en la nuestra galos. Todos estos se diferencian entre sí por la lengua, costumbres y leyes. El río Garona separa a los galos de los aquitanos.» Estrabón, en su Geografía, incidía en esta diferencia: «Los aquitanos son completamente diferentes no sólo lingüística sino corporalmente».

Map_Gallia_Tribes_Towns[1]Parece claro que en el primer siglo de nuestra Era existía un pueblo diferenciado, con una lengua propia, en el triángulo situado entre el río Garona (que nace en Arán y muere en Burdeos, pasando por Toulouse), el oceano Atlántico y los Pirineos. Esta zona fue llamada «Aquitania» por César, y «Novempopulania» después, cuando Diocleciano dio el nombre de «Aquitania» a una zona mayor.

¿Hay forma de saber lo que se hablaba en esa zona, cuál era esa lengua que los diferenciaba del resto de «galos»? Una de las principales formas de llegar a ello es la de analizar las inscripciones romanas de esa época. Las inscripciones aquitanas son relativamente numerosas, están escritas en latín, pero contienen unos 70 nombres de divinidades y 400 nombres de personas (los difuntos, sus padres, o las personas que dedican las inscripciones). Y la mayor curiosidad es que un número elevado de estos nombres son perfectamente reconocibles como euskera antiguo.

Hay raíces como ANDERE (actual «andere», «mujer»), CISON («gizon», «hombre»), NESCATO («neskato», «niña»), UMME («ume», «bebé»), SEMBE («seme», «hijo»), HARS («hartz», «oso»), ASTO («asto», «burro»), SESEN («zezen», «toro»), GORRI («gorri», «rojo»), SAHAR («zahar», «viejo»), BERRI («berri», «nuevo»), ILUN («ilun», «oscuro»), entre bastantes otros (una lista mayor aquí). El género de estos nombres, cuando se puede deducir de la inscripción, coincide con el que esperaríamos por el euskera: NESCATO o ANDERE son nombres femeninos, CISON o SEMBE son masculinos, etc.

Estas inscripciones parecen indicar que, efectivamente, en el siglo I el territorio del euskera llegaba hasta Burdeos y Toulouse (aunque el mapa de las inscripciones localizadas actualmente no llega hasta la propia ribera del Garona, quedándose algo en el interior). Pero ¿existen otros indicios?

Imagen

Mapa de la interesante página Basque Medieval History

Sigamos con la historia de este territorio. La Aquitania de César (Novempopulania de Diocleciano), tras pasar a ser controlada por los francos y lidiar con los visigodos durante un tiempo, reaparece en los mapas sobre el año 600 con un Ducado otorgado por los francos, y su nombre es Ducado de Vasconia. De esta «Vasconia» surge el nombre actual de la región de «Gascuña» (todo ello en el mismo territorio).

Y hoy en día quedan ya pocos trazos de todo ello. Por supuesto, en el extremo suroeste hay tres pequeñas zonas donde se ha mantenido el euskera aún hoy: Lapurdi/Labourt (con capital histórica en Hasparne, y actualmente en Bayona), Zuberoa/Soule (con capital en Maule), y la merindad de la Baja Navarra, que se quedó fuera de Castilla cuando la anexión de 1512. En el resto de Gascuña quedan pocos rastros en la toponimia. Uno de los más destacables son los topónimos en -òs. El caso típico es Biscarrosse (en las Landas, cerca de Arcachon), que tiene un paralelo exacto en el pirineo aragonés, Biscarrués, proviniendo ambas de «Bizkarrotz», probablemente de «bizkar», «ladera», y, aunque la segunda parte ha sido relacionada con «hotz», «frío»; parece más bien provenir del sufijo aquitano -OSSU.

Pero existe un testigo mucho más importante. Hoy en día, en todo el territorio de la Gascuña se habla una lengua llamada «gascón», relacionada con las lenguas de oc (provenzal, languedociano, etc), pero que presenta grandes diferencias con ellas, diferencias que en gran medida se pueden trazar a un substrato vasco (como ya describió mi amigo Asier en nuestro blog FilóbLogos). Aunque se dice que el castellano es «el latín hablado por vascos», hoy en día no se ve tan clara esta influencia; el verdadero «latín hablado por vascones» es, precisamente, el gascón.

510px-CarteLimitesGascogne[1]¿Y qué pasaba en el siglo I al sur de los Pirineos? Esta es otra interesante discusión; baste por ahora decir que sólo se ha descubierto una inscripción similar a las aquitanas, en Lerga (Navarra). Pero de esto podremos hablar otro día.

Termino con un par de notas. Sí, el título del artículo es sensacionalista 🙂 Las inscripciones, y las configuraciones territoriales posteriores, parecen indicar que Burdeos no llegaba a ser parte de la zona aquitana (con Toulouse hay más dudas). Pero no se puede descartar que no lo fuera en un momento previo. Y, por supuesto, saber qué ocurría en toda esa zona antes de la llegada de los celtas está muy lejos de nuestras posibilidades.

Y la segunda nota: saber la extensión máxima del euskera nunca ha tenido la más mínima influencia en la reivindicación territorial del nacionalismo vasco (salvo alguna rara excepción). Los territorios que se identifican como propios son aquellos que, en su territorio actual, mantienen hablantes nativos de euskera. Por eso nunca se han llegado a reivindicar seriamente ni la Rioja, ni el norte de Burgos, ni la Gascuña; sólo las siete provincias en las que hoy en día, poco o mucho, aún se habla euskera.

Para más sobre el tema de las formas antiguas de euskera y sus posibles parientes, la referencia principal aún hoy es El euskera arcaico. Extensión y parentescos, de Luis Núñez Astrain, un libro muy serio y documentado y que recomiendo para profundizar en esta cuestión.

Los once meses en que los vascos gobernamos España

El debate interno en el Partido Socialista sobre la necesidad de un cambio de líderes de cara a las próximas elecciones generales ha hecho surgir una posibilidad curiosa: la de que un vasco vuelva a gobernar España. Dos de los candidatos que llevan un tiempo sonando con fuerza para alzarse con el liderazgo del partido, y que serían Presidentes de Gobierno en caso de que el PSOE obtuviera una mayoría suficiente, son Patxi López (antiguo lehendakari del Gobierno Vasco) y Eduardo Madina, actualmente secretario general del grupo parlamentario en el Congreso. Y si esto ocurriera, nos encontraríamos ante una situación que ha ocurrido en contadas ocasiones en la historia de España.

De hecho ¿había ocurrido alguna vez? Por más que echara la vista (o la memoria) atrás, no recordaba ningún Presidente de Gobierno vasco (ni incluyendo navarros) en toda nuestra historia reciente. Así que decidí investigarlo. Fue sencillo: la Wikipedia tiene una magnífica página llamada “Presidente del Consejo de Ministros de España”  (que ha sido el nombre oficial del cargo de Presidente de Gobierno hasta la Constitución actual, con el solo paréntesis de la Dictadura franquista). En esta página encontramos listadas con todo detalle todas las personas que han sido cabeza del Poder Ejecutivo en España desde 1833.

Así que me puse a localizar en ella a los Presidentes que hubieran nacido en alguna de las actuales provincias de Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y Navarra. Éste es el resultado.

Es sabido que ninguno de los Presidentes que ha habido desde el franquismo han sido vascos (ha habido un gallego, un andaluz, dos castellanos y dos madrileños). Durante el franquismo hubo varias figuras análogas a la del Presidente del Consejo de Ministros, pero ninguna de las personas que ocuparon esos cargos fueron tampoco vascos. Tampoco hubo más suerte en el gobierno republicano en el exilio, de hecho. La Segunda República no contó tampoco con ningún Presidente de estas provincias.  Pero alrededor de 1920 encontramos por fin al primero.

ImagenManuel Allendesalazar y Muñoz de Salazar nació en Guernica en 1856. Su apellido denota su abolengo (fue el IV Conde de Montefuerte); pero antes de comenzar su carrera política se licenció como ingeniero agrónomo. Militó en el Partido Liberal-Conservador, y durante varias décadas ejerció primero como diputado y luego como ministro (llegando a ser incluso alcalde de Madrid). Finalmente el rey Alfonso XIII le encargó presidir el Gobierno durante un periodo corto: del 12 de diciembre de 1919 al 5 de mayo de 1920 (sí, del 12/12 al 5/5): 4 meses y 24 días. Pero ocurrió que su sucesor, Eduardo Dato, fue asesinado, con lo que tuvo que ocupar nuevamente el cargo el 13 de marzo de 1921, perdiéndolo definitivamente durante el Desastre de Annual el 14 de agosto: 5 meses y 2 días. En total, este guerniqués gobernó España durante 9 meses y 26 días.

No encontramos ningún otro Presidente vasco durante el reinado de Alfonso XIII, ni durante la Regencia de María Cristina, ni durante Alfonso XII (también es verdad que si no te llamabas Cánovas o Sagasta era muy difícil que llegaras a Presidente). No hay tampoco suerte en la Primera República, ni con Amadeo de Saboya (y ya estamos llegando a mediados del siglo XIX). Pero finalmente recordamos a un conocido político navarro que llegó a gobernar España durante el Gobierno Provisional que siguió al destronamiento de Isabel II.

Pascual Madoz, nacido en Pamplona en 1806, fue nombrado Presidente de la Junta Provisional Revolucionaria el 30 de septiembre de 1868. Pero es cierto que su labor de gobierno tampoco fue especialmente fructuosa: sus divergencias con el resto de dirigentes del Gobierno Provisional le hicieron abandonar el cargo el 3 de octubre… sí, 4 días después. Así que Madoz gobernó España durante 4 días. ¿De dónde le viene su fama entonces? De dos cosas: la Desamortización de Madoz, que aprobó cuando era Ministro de Hacienda, y el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España, una importante obra que publicó en 1850. Pero sí, no aportó demasiado que digamos a la gobernación de España como Presidente.

Así que hay que continuar. Y nos fijamos ahora en el reinado de Isabel II. Y sí, durante estos años sí que tenemos dos aportaciones más a nuestro por ahora escaso listado: el tafallés Florencio García Goyena, y el oyonés Salustiano Olózaga.

Florencio García Goyena nació en Tafalla en 1783. Como jurista escribió varias obras sobre los Códigos criminal y civil de la época, y de hecho fue uno de los principales responsables de la redacción del Código Civil de 1851. Pero no tuvo la misma relevancia como Presidente: fue nombrado el 12 de septiembre de 1847, y duró en el cargo 22 días, tiempo en el que intentó pacificar la política española, lo que no gustó a Narváez, que maniobró para hacerle perder el poder. Hombre de vida muy interesante, pero nuevamente, de vida presidencial breve.

Salustiano Olózaga, por su parte, nació en la localidad alavesa de Oyón en 1805 (aunque residió en Madrid desde los 14 años). Participó en varias de las conspiraciones liberales de la época, y llegó a ser preceptor de la reina Isabel II (y, se rumorea, también su primer amante). Ésta, recién cumplida la mayoría de edad, le nombra Presidente el 20 de noviembre de 1843. Pero -¿alguien se sorprende?- el Notario Mayor del Reino, Luis González Bravo, le acusa de haber obtenido ese nombramiento violentando la voluntad y la persona de la Reina, con lo que, tras varios días tumultuosos, Olózaga decide huir a Francia el 29 de noviembre. Una vez más, un Presidente vasco había gobernado España durante 9 días.

Pero poco antes, durante la Regencia de Espartero, habíamos tenido nuestro último Presidente guipuzcoano.

Joaquín María Ferrer y Cafranga nació en 1777 en la localidad marinera de Pasajes de San Pedro. Fue militar en el Perú, diputado durante el Trienio Liberal, Ministro de Hacienda un solo día (ya sabíamos que la volatilidad en los cargos era habitual, pero esto parece demasiado), y el 10 de mayo de 1841 fue nombrado Presidente, ya con Espartero como regente. ¿Cuánto duró en el cargo? Pues más o menos lo de siempre: 10 días, hasta el 20 de mayo del mismo año. Desde entonces ejerció como senador vitalicio, puesto que no abandonó hasta su muerte en el año 1861.

Y uno más, finalmente, en la Regencia de María Cristina: el Géneral Álava. Sí, parece como el Capitán América en autóctono, pero es que se llamaba Miguel Ricardo de Álava y Esquível. Nació en Vitoria en 1772. Participó como militar en las batallas de Trafalgar y de Waterloo (se dice que es la única persona que participó en ambas). En la Guerra de la Independencia apoyó al bando patriota, pero no sin muchos titubeos. Apoyó la destitución de Fernando VII; y su Presidencia fue, no sólo breve, sino además simbólica: fue Presidente del 14 al 25 de septiembre de 1835, pero en realidad nunca llegó a aceptar el cargo, permaneciendo en Londres como embajador durante todo este tiempo. Aún así, como nuestras cifras no nos permiten desechar ni un solo día, incluiremos también este periodo en este listado: 11 días.

Así que recapitulemos. Éstos han sido los Presidentes de Gobierno de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra que ha tenido España desde la muerte de Fernando VII y el fin del Antiguo Régimen:

Manuel Allendesalazar y Muñoz de Salazar

Entre 1919 y 1921

9 meses y dos días
Pascual Madoz

1868

4 días
Florencio García Goyena

1847

22 días
Salustiano Olózaga

1843

9 días
Joaquín María Ferrer y Cafranga

1841

10 días
Miguel Ricardo de Álava y Esquível

1835

11 días

Total de tiempo en que un vasco-navarro ha gobernado España: diez meses y veintisiete días. Y eso porque Allendesalazar rompe bastante la media, vaya.

Pero conste que no pretendo extraer ninguna conclusión de todo esto, ¿eh? Simplemente me ha parecido un conjunto de datos curioso, y una simpática mirada a nuestra historia cercana. Cualquiera de estos personajes, a pesar de sus cortas carreras presidenciales, han tenido vidas interesantísimas y en las que merece la pena profundizar. Pero ya es mucho por hoy.