Nombres para un país: Euzkadi / Euskadi

Continúo con la serie de posts sobre los nombres que se han dado a la zona habitada por las gentes de habla vasca a lo largo de la historia. En el post anterior hablamos de «Euskal Herria«, y hoy voy a tratar una denominación que surgió en un momento concreto, con una motivación muy específica, unas raíces discutidas, y que ha tenido una interesante evolución desde entonces. Hablaré de «Euzkadi/Euskadi».

La palabra «Euzkadi» como nombre para el País Vasco fue acuñada por Sabino Arana en 1896. No se trata de un término histórico, de significado más o menos definido, sino de una creación ex-novo, dentro de un proyecto político determinado (el del nacionalismo vasco original).

¿Por qué Arana considera necesario crear un nuevo nombre en vez de utilizar Euskal Herria, que, como vimos, estaba en uso desde hacía siglos, o alguna otras de las denominaciones empleadas en esa época, como Vasconia o Euskeria? Parece que su idea era la de distinguir los nombres que identificaban una «realidad cultural» (histórica, como Vasconia, o lingüística, como Euskeria) de los nombres que identificarían, a partir de ese momento, una realidad política que estaba por construirse. Por otra parte, consideraba «españoles» a nombres como los antedichos. Y por último, ese proyecto político no podía estar determinado por la lengua, dado que gran parte del país ya no la hablaba (y una de sus obsesiones había sido la de restar importancia al factor lingüístico en la construcción nacional). Esa necesidad de diferenciación le llevó a crear un nuevo término que automáticamente quedó cargado de las connotaciones propias de su origen.

Esa diferenciación tuvo éxito fuera incluso del ámbito de su partido: es conocida la cita de un censor español de 1973 (sacada del libro de Joan Mari Torrealdai, La censura de Franco y el tema vasco), y popularizada por este artículo:

«En opinión del lector que suscribe, es preciso fomentar, estimular y ayudar todas aquellas obras en las que aparece la vieja y gloriosa sana palabra Euskal Erria, usada todavía por los auténticos y nobles vascos. Es un criterio que no falla.

NOTA: La diferencia que existe entre decir GORA EUZKADI y GORA EUSKAL ERRIA es la siguiente:

GORA EUSKAL ERRIA: Viva España y Vasconia
GORA EUZKADI: Viva y fuera España»

¿Y cómo acuñó Arana la palabra? Hay mucha literatura al respecto, por lo que es muy posible que se me escape algún detalle. Pero en síntesis, compuso la palabra a partir de la raíz «euzko» y la terminación «di».

«Euzko» era una raíz que no existía hasta entonces. Como vimos, la raíz empleada históricamente para designar lo vasco había sido «eusk-«, con «s», y relacionada directamente con el nombre de la lengua, «euskera», que a su vez provenía simplemente de un verbo «hablar»: así, no existió, que sepamos, una raíz identificadora de la etnia, más allá de la identificación por medio de la lengua.

Siguiendo a Xabier Zabaltza en su interesantísimo artículo «El significado oculto de la palabra ‘Euzkadi’«, Arana originalmente crea «euzko» por etimología regresiva. Había interpretado «Bizkaia» como «be-euzko-dia» (de «behe», «bajo»: «conjunto de los vascos de abajo»), por lo que, dado que «Bizkaia/Vizcaya» aparece sistemáticamente con «z» en ambas lenguas, reinterpretó los términos de «vasco» para que «recuperaran» dicha «z». Posteriormente, en 1901, dio al término otra explicación: relacionó «euzko» con la palabra vasca para el sol, «eguzki» (en algunos dialectos, por caída de la consonante, «euzki»), al igual que, según se decía, el nombre de Grecia (Hellas) estaba relacionado también con el del sol (Helios), etimología que tampoco es correcta.

Y la terminación «-di», que para Arana era un sufijo colectivo, y que después fue empleado en otros neologismos (como «gaztedi», «juventud»), es también una invención, en este caso, de sentido: «-di» es un sufijo toponímico (proviniente de un antiguo «-doi») que designa colectivos habitualmente vegetales: «pagadi», «hayedal», de «pago»+»-di», o «harizti», de la que sale el apellido Aresti, «robledal», de «haritz»+»di», por ejemplo (se ha defendido que «-di» pudiera expresar otro tipo de colectivos, pero no he conseguido localizar ningún ejemplo aún). De ahí que, en expresión ridiculizante, se dijera después que «Euzkadi» significa realmente «conjunto de vegetales hijos del sol» o «bosque de plantas solares».

(Edito para decir que tanto por Twitter como aquí mismo en los comentarios me han dado algún ejemplo de -di usado anteriormente a Arana sin hacer referencia a los vegetales. En concreto, Ricardo Gómez me ha recordado la impresionante tesis de Inés Pagola sobre los neologismos aranistas, disponible en la web de Euskaltzaindia, y en cuya página 389 menciona bastantes ejemplos del uso de -di en no vegetales, como «arraindi» (conjunto de peces) o «aingerudi» (los ángeles), en autores como Etxeberri o Mendiburu. Así que el tema está más abierto de lo que yo creía. Aparte, Pagola recoge la opinión de Sarasola de que, incluso si el sufijo en origen fuera vegetal y se hubiera extendido su uso a otros campos semánticos, esto no tendría nada de excepcional, dado que ha ocurrido con otros tantos sufijos)

El nombre «Euzkadi» se fue popularizando, pero a partir de los años 60 muchos fueron adaptándolo ortográficamente, sustituyendo esa «z» antietimológica por la «s» de «euskal», dando así lugar a la adaptación «Euskadi». Como explica Iñaki Anasagasti, finalmente el Estatuto de Autonomía decide aceptar el nombre, pero con esta nueva grafía «Euskadi» (y obviamente referido sólo a las provincias de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, a las que se aplicaba dicho Estatuto). El PNV sigue empleando aún hoy en día la variante con «z» por motivos históricos e identitarios (de partido), aunque llegó a aceptar, por mor del consenso, la «s». La izquierda abertzale utilizó desde sus inicios la variante con «s» para diferenciarse del PNV (de ahí que el nombre de ETA fue desde el inicio «Euskadi ta Askatasuna», con «s»). Como recordó Jesús Eguiguren, esta discusión ortográfica fue «el primer amago de debate político, al constituirse el primer parlamento de nuestra autonomía», algo que para él era «más que una mera anécdota».

En los años 90, no obstante, comienza en la izquierda abertzale un proceso para abandonar por completo el nombre «Euskadi» (que quedaría asociado sólo a la Comunidad Autónoma del País Vasco) para pasar a reivindicar el uso de «Euskal Herria» como denominación política, superando la dualidad citada anteriormente (de «Euskal Herria» como realidad cultural y «Euskadi» como proyecto político). Iñaki Anasagasti ha escrito en su blog multitud de artículos criticando esta evolución, como éste o éste, en el que llega a decir «Ahora, a la Izquierda Abertzale, le parece que el nombre con el que hemos de referirnos al País Vasco, es el nombre que a Fuerza Nueva le parecía correcto» (Carlos Merino, responsable de Fuerza Nueva en Bilbao, había defendido en 1979 el uso del término «Euskal Herria»).

Esta nueva polémica entre «Euskadi» y «Euskal Herria» (que, en el fondo, en gran medida es una lucha por la hegemonía dentro del nacionalismo vasco) cobró visibilidad cuando en 2007 se cambió el nombre de la selección vasca de fútbol, de «Euskadiko Selekzioa» («Selección de Euskadi») a «Euskal Herriko Selekzioa» («Selección de Euskal Herria»), para enfado del PNV. Éste intentó forzar la vuelta al nombre original en 2008, lo que causó un boicot de los propios jugadores que llevó a la cancelación del tradicional partido amistoso de ese año, que no volvió a celebrarse hasta 2010, con un nuevo y consensuado nombre de «Euskal Selekzioa» («Selección Vasca»).

En cualquier caso, más allá de su origen incierto y de su polémica actual, el nombre Euskadi sigue usándose de forma habitual hoy en día, comprendiendo sólo los territorios de la Comunidad Autónoma Vasca para algunos, o el proyecto político de las siete provincias de habla vasca para otros. Veremos cuál es su evolución en los próximos años.

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Los reyes y los vascos

El reciente anuncio de Juan Carlos de Borbón de su próxima abdicación del trono que ocupa en España ha traído a los monarcas y las monarquías a la actualidad. Aprovechando tal coyuntura, he pensado en recopilar algunos datos curiosos sobre la institución monárquica en su relación con el País Vasco, o viceversa.

  • «Errege», el préstamo más antiguo. La palabra vasca para «rey» es «errege». Proviene directamente del latín; no del nominativo «rex», sino del acusativo «rege(m)», que fue la forma propia del latín vulgar y la que dio lugar a todas las variantes en las lenguas romances. En latín esta «ge» se pronunciaba como en castellano «gue», y muy tempranamente pasó a pronunciarse con una palatal, que en castellano en esta posición acabó evolucionando al sonido «y». Este cambio parece que se produjo alrededor del siglo V (aunque el proceso pudo durar varios siglos). Bien, pues el euskera debió de tomar esta voz del latín antes o alrededor de esa fecha, dado que mantiene el sonido velar (ocurrió lo mismo con otras voces latinas como «lege», de «lex», ley), lo que implica que es uno de los préstamos más antiguos del latín al euskera.
     
  • «Errege» como «aita». Hace poco, Semevadelalengua comentó una peculiaridad sobre la palabra «casa»: en determinados contextos funcionaba como un nombre propio. Así, se dice «me voy a casa» (igual que «me voy a Bilbao»), mientras que con cualquier otra palabra se usa el artículo (me voy «a la posada»). En una conversación posterior en Twitter, Ricardo de FiloBlogia recordaba que en algunos dialectos del euskera «etxe» (casa) también se usa así, y que en general esta característica peculiar aparece en otras voces «familiares» en euskera, como «aita» (padre) y «ama» (madre), que se usan sin artículo como si fueran nombres propios (cuando hemos visto que los nombres comunes en euskera deben llevarlo casi siempre). Y eso me hizo recordar que existía otra palabra que funcionaba de la misma forma en euskera: «errege», «rey», se usa sin artículo (como nombre propio, igual que «ama» o «aita»… pero, atención, sólo cuando se refiere al «rey propio», al rey que el vasco que habla siente como propio. De lo contrario, «errege» se declina con artículo («erregea»), como cualquier otra palabra. Así, un vasco podría decir «Errege etorriko da, Ingalaterrako erregeArekin»: el rey (nuestro) vendrá con el rey de Inglaterra (ajeno). Qué reyes sientan hoy unos u otros vascos como «propios» ya es otra discusión, desde luego.
     
  • El rey de Francia es navarro. La monarquía desapareció de Francia en 1870. Los últimos reyes (dejando aparte los emperadores Bonaparte) fueron de la efímera Casa de Orleans, que comenzó en 1830, y llevaban el título de «Rey de los Franceses». Pero la dinastía que reinó en Francia los dos siglos anteriores (desde 1589) fue la Borbón, y el título oficial de estos reyes era «Rey de Francia y de Navarra». ¿Y esto? Sencillo: tras las Guerras de Religión del siglo XVI, el trono de Francia recayó en quien ya era monarca de una nación vecina: Enrique III de Navarra. Su religión protestante hizo que su aspiración encontrara muchos obstáculos, hasta que finalmente abrazó el catolicismo, con la famosa frase «París bien vale una misa», pasando a ser reconocido como Enrique IV de Francia. La Navarra sobre la que gobernaba Enrique era la conocida como «Baja Navarra» o «Merindad de Ultrapuertos», que fue la parte de Navarra que se pudo mantener independiente tras la invasión de Fernando el Católico en 1512, que incorporó a la Navarra peninsular a Castilla. El Reino de Navarra mantuvo su existencia separada del de Francia hasta su abolición en la Revolución Francesa.
     
    Fernando_El_Catolico_Guernica[1]
  • Los reyes que juraron. El territorio de Vizcaya aparece en la Historia como un condado del Reino de Navarra, hasta que en 1072 Íñigo López «Ezquerra» se «autoinstituye» Señor de Vizcaya, dando lugar así a la denominación del Señorío de Vizcaya. Este Señorío pasó en 1370 al Infante Don Juan de Castilla, luego rey Juan I, y desde entonces se mantuvo asociado a la Corona de Castilla (y después de España). Pero esta asociación no diluyó su personalidad histórica, dado que mantuvo hasta 1874 sus leyes propias (Fueros), aduanas en la frontera con Castilla, etc. Uno de los requisitos de los Señores de Vizcaya, como ya vimos, era el de «jurar y prometer» dichos Fueros «en Guernica, so el árbol». Los Reyes de Castilla cumplieron este requisito: el dicho Juan I juró los fueros en Guernica en 1371; Enrique III «el Doliente» en 1393; Enrique IV (tras el intervalo de Juan II) en 1457; los Reyes Católicos en 1476; y desde Carlos I, estos Fueros fueron confirmados por escrito, si bien no en persona. Recordemos las palabras de Felipe II: «Decid á los bizcainos que antes me dejara cortar ambas manos que ponerlas en sus nobles libertades».
     
  • Carlos V, el Rey del Sombrero Colorado. El Rey de quien se conocen (o al menos al que se adscriben) más anécdotas referidas al euskera es, curiosamente, Carlos I, conocido como Carlos V. También en Twitter, Kapittanttan recordaba una de esas anécdotas, recogida por Luis Mitxelena en la importantísima obra Textos Arcaicos Vascos, y citado de aquí:

El emperador Carlos Quinto de gloriosa memoria gustaba de hablar Vascuence, que por tener al confesor, capellán y médico bascongados, como se nota en su lugar, o por curiosidad aprendió algunas palabras; y así de personas fidedignas he sabido, que encontrando en el camino a un arriero de Navarra le preguntó en bascuence:

-Mandazaya, nondic zatoz? Arriero, ¿de dónde venís?
Y respondió:
-Nafarroatic. De Navarra.
Y luego le preguntó más:
-Nafarroan gari asco? ¿En Navarra hay mucho trigo?
Y respondió,.
Bai, jauna, asco. Sí, señor, mucho.
Concluyó el Emperador diciendo:
Nafarroan gari asco; batere, batere ez neretaco.
En Navarra mucho trigo, pero nada para mí.

Y otra anécdota habla de un encuentro suyo con unos aldeanos guipuzcoanos:

Q(uand)o el emperador C(arlos) Quinto paso por Guipuzcoa, le salieron dos hidalgos de Sorabila al camino, y dizen q(ue) le dixeron lo siguiente:

Cosc, Erregue, capela gorri.
Achul ona, Sorabilan bost eche;
Bost echeac, bost urre.
Erregue jauna, eguiezu
Alcabalez merchede.

Ola, Rey del sombrero colorado.
Açeos aca. En Sorabila ay cinco casas,
y ellas cinco como cinco oros.
Senor Rey, azeldes
merçed de las alcabalas

Y el Emperador les otorgo la merçed y quedaron libres de pagar alcabalas.

  • Un último punto en tono musical. Existe una dinastía que fue muy querida en el País Vasco peninsular pero que nunca llegó a reinar: los carlistas, surgidos tras la decisión de Fernando VII de derogar la Ley Sálica para poner en el trono a su hija Isabel. El apoyo popular al hermano de Fernando (Carlos Isidro de Borbón, proclamado Rey por los carlistas con el nombre de Carlos V) es general en el País Vasco (y otras zonas), dado el apoyo decidido de estos reyes a las peculiaridades forales de cada territorio (los Fueros). Este conflicto da lugar a tres guerras (las llamadas Guerras Carlistas). A lo largo de los años se siguen produciendo manifestaciones de lealtad a estos reyes por parte de los vascos. Un ejemplo es esta canción, dedicada a Carlos María de Borbón o Carlos VII, y que ha sido publicada recientemente por el acordeonista Joseba Tapia en su disco de canciones carlistas «Eta tira eta tunba«, y cuya letra original en euskera y su traducción al castellano se puede consultar aquí.

Así que terminamos con música:

Viva Karlos Setimo, Doña Margarita,
laster ikusiko dira Tronuan jarrita!

 

Los once meses en que los vascos gobernamos España

El debate interno en el Partido Socialista sobre la necesidad de un cambio de líderes de cara a las próximas elecciones generales ha hecho surgir una posibilidad curiosa: la de que un vasco vuelva a gobernar España. Dos de los candidatos que llevan un tiempo sonando con fuerza para alzarse con el liderazgo del partido, y que serían Presidentes de Gobierno en caso de que el PSOE obtuviera una mayoría suficiente, son Patxi López (antiguo lehendakari del Gobierno Vasco) y Eduardo Madina, actualmente secretario general del grupo parlamentario en el Congreso. Y si esto ocurriera, nos encontraríamos ante una situación que ha ocurrido en contadas ocasiones en la historia de España.

De hecho ¿había ocurrido alguna vez? Por más que echara la vista (o la memoria) atrás, no recordaba ningún Presidente de Gobierno vasco (ni incluyendo navarros) en toda nuestra historia reciente. Así que decidí investigarlo. Fue sencillo: la Wikipedia tiene una magnífica página llamada “Presidente del Consejo de Ministros de España”  (que ha sido el nombre oficial del cargo de Presidente de Gobierno hasta la Constitución actual, con el solo paréntesis de la Dictadura franquista). En esta página encontramos listadas con todo detalle todas las personas que han sido cabeza del Poder Ejecutivo en España desde 1833.

Así que me puse a localizar en ella a los Presidentes que hubieran nacido en alguna de las actuales provincias de Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y Navarra. Éste es el resultado.

Es sabido que ninguno de los Presidentes que ha habido desde el franquismo han sido vascos (ha habido un gallego, un andaluz, dos castellanos y dos madrileños). Durante el franquismo hubo varias figuras análogas a la del Presidente del Consejo de Ministros, pero ninguna de las personas que ocuparon esos cargos fueron tampoco vascos. Tampoco hubo más suerte en el gobierno republicano en el exilio, de hecho. La Segunda República no contó tampoco con ningún Presidente de estas provincias.  Pero alrededor de 1920 encontramos por fin al primero.

ImagenManuel Allendesalazar y Muñoz de Salazar nació en Guernica en 1856. Su apellido denota su abolengo (fue el IV Conde de Montefuerte); pero antes de comenzar su carrera política se licenció como ingeniero agrónomo. Militó en el Partido Liberal-Conservador, y durante varias décadas ejerció primero como diputado y luego como ministro (llegando a ser incluso alcalde de Madrid). Finalmente el rey Alfonso XIII le encargó presidir el Gobierno durante un periodo corto: del 12 de diciembre de 1919 al 5 de mayo de 1920 (sí, del 12/12 al 5/5): 4 meses y 24 días. Pero ocurrió que su sucesor, Eduardo Dato, fue asesinado, con lo que tuvo que ocupar nuevamente el cargo el 13 de marzo de 1921, perdiéndolo definitivamente durante el Desastre de Annual el 14 de agosto: 5 meses y 2 días. En total, este guerniqués gobernó España durante 9 meses y 26 días.

No encontramos ningún otro Presidente vasco durante el reinado de Alfonso XIII, ni durante la Regencia de María Cristina, ni durante Alfonso XII (también es verdad que si no te llamabas Cánovas o Sagasta era muy difícil que llegaras a Presidente). No hay tampoco suerte en la Primera República, ni con Amadeo de Saboya (y ya estamos llegando a mediados del siglo XIX). Pero finalmente recordamos a un conocido político navarro que llegó a gobernar España durante el Gobierno Provisional que siguió al destronamiento de Isabel II.

Pascual Madoz, nacido en Pamplona en 1806, fue nombrado Presidente de la Junta Provisional Revolucionaria el 30 de septiembre de 1868. Pero es cierto que su labor de gobierno tampoco fue especialmente fructuosa: sus divergencias con el resto de dirigentes del Gobierno Provisional le hicieron abandonar el cargo el 3 de octubre… sí, 4 días después. Así que Madoz gobernó España durante 4 días. ¿De dónde le viene su fama entonces? De dos cosas: la Desamortización de Madoz, que aprobó cuando era Ministro de Hacienda, y el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España, una importante obra que publicó en 1850. Pero sí, no aportó demasiado que digamos a la gobernación de España como Presidente.

Así que hay que continuar. Y nos fijamos ahora en el reinado de Isabel II. Y sí, durante estos años sí que tenemos dos aportaciones más a nuestro por ahora escaso listado: el tafallés Florencio García Goyena, y el oyonés Salustiano Olózaga.

Florencio García Goyena nació en Tafalla en 1783. Como jurista escribió varias obras sobre los Códigos criminal y civil de la época, y de hecho fue uno de los principales responsables de la redacción del Código Civil de 1851. Pero no tuvo la misma relevancia como Presidente: fue nombrado el 12 de septiembre de 1847, y duró en el cargo 22 días, tiempo en el que intentó pacificar la política española, lo que no gustó a Narváez, que maniobró para hacerle perder el poder. Hombre de vida muy interesante, pero nuevamente, de vida presidencial breve.

Salustiano Olózaga, por su parte, nació en la localidad alavesa de Oyón en 1805 (aunque residió en Madrid desde los 14 años). Participó en varias de las conspiraciones liberales de la época, y llegó a ser preceptor de la reina Isabel II (y, se rumorea, también su primer amante). Ésta, recién cumplida la mayoría de edad, le nombra Presidente el 20 de noviembre de 1843. Pero -¿alguien se sorprende?- el Notario Mayor del Reino, Luis González Bravo, le acusa de haber obtenido ese nombramiento violentando la voluntad y la persona de la Reina, con lo que, tras varios días tumultuosos, Olózaga decide huir a Francia el 29 de noviembre. Una vez más, un Presidente vasco había gobernado España durante 9 días.

Pero poco antes, durante la Regencia de Espartero, habíamos tenido nuestro último Presidente guipuzcoano.

Joaquín María Ferrer y Cafranga nació en 1777 en la localidad marinera de Pasajes de San Pedro. Fue militar en el Perú, diputado durante el Trienio Liberal, Ministro de Hacienda un solo día (ya sabíamos que la volatilidad en los cargos era habitual, pero esto parece demasiado), y el 10 de mayo de 1841 fue nombrado Presidente, ya con Espartero como regente. ¿Cuánto duró en el cargo? Pues más o menos lo de siempre: 10 días, hasta el 20 de mayo del mismo año. Desde entonces ejerció como senador vitalicio, puesto que no abandonó hasta su muerte en el año 1861.

Y uno más, finalmente, en la Regencia de María Cristina: el Géneral Álava. Sí, parece como el Capitán América en autóctono, pero es que se llamaba Miguel Ricardo de Álava y Esquível. Nació en Vitoria en 1772. Participó como militar en las batallas de Trafalgar y de Waterloo (se dice que es la única persona que participó en ambas). En la Guerra de la Independencia apoyó al bando patriota, pero no sin muchos titubeos. Apoyó la destitución de Fernando VII; y su Presidencia fue, no sólo breve, sino además simbólica: fue Presidente del 14 al 25 de septiembre de 1835, pero en realidad nunca llegó a aceptar el cargo, permaneciendo en Londres como embajador durante todo este tiempo. Aún así, como nuestras cifras no nos permiten desechar ni un solo día, incluiremos también este periodo en este listado: 11 días.

Así que recapitulemos. Éstos han sido los Presidentes de Gobierno de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra que ha tenido España desde la muerte de Fernando VII y el fin del Antiguo Régimen:

Manuel Allendesalazar y Muñoz de Salazar

Entre 1919 y 1921

9 meses y dos días
Pascual Madoz

1868

4 días
Florencio García Goyena

1847

22 días
Salustiano Olózaga

1843

9 días
Joaquín María Ferrer y Cafranga

1841

10 días
Miguel Ricardo de Álava y Esquível

1835

11 días

Total de tiempo en que un vasco-navarro ha gobernado España: diez meses y veintisiete días. Y eso porque Allendesalazar rompe bastante la media, vaya.

Pero conste que no pretendo extraer ninguna conclusión de todo esto, ¿eh? Simplemente me ha parecido un conjunto de datos curioso, y una simpática mirada a nuestra historia cercana. Cualquiera de estos personajes, a pesar de sus cortas carreras presidenciales, han tenido vidas interesantísimas y en las que merece la pena profundizar. Pero ya es mucho por hoy.

La izquierda vasca: ¿hacia el eje PSE-Bildu?

Hace unos meses escribía sobre cómo el sistema de partidos vascos estaba, en mi opinión, en vías de simplificarse hacia un esquema cuatripartito sobre los ejes izquierda-derecha y nacionalismo-no nacionalismo. Las elecciones del 21 de octubre confirmaron, al menos por ahora, esta evolución, dejando sólo en el Parlamento Vasco a PNV, PP, PSE y EH Bildu (con la única excepción de UPyD, a mi entender, causada por el efecto distorsionador que aún supone que ETA no haya terminado de disolverse).

Una de las conclusiones que sacaba era que «una vez pase el tiempo suficiente para borrar los efectos electorales de ETA, veremos más opciones de pactos que las que hemos visto hasta ahora», siendo una de las más claras la opción PSE-EH Bildu. De no haber sido por ETA, esto hubiera podido ocurrir hace mucho: a fin de cuentas un eje similar es el que trajo el «Tripartit» en Catalunya (coalición PSC-ERC-Iniciativa) en los 2000. Pero, obviamente, el PSE no podía tener una relación política normalizada con el partido que, cuando Fernando Buesa fue asesinado, su valoración fue que «sólo puede entenderse desde un sentimiento de fracaso colectivo» apelando a la «responsabilidad política de todos».

Sin embargo, tres años después de los últimos asesinatos de ETA, tras la declaración de alto el fuego permanente de 2011, y la revocación por el Tribunal Constitucional de la ilegalización de Bildu, parecía que era cuestión de tiempo que la relación e incluso el trabajo en común entre los dos grandes partidos vascos de izquierdas comenzara a ser posible. Entendíamos, eso sí, que para que tal cosa pudiera ocurrir debería pasar un mínimo de una década, aparte de otras circunstancias como el desarme y disolución final de ETA, que aún no han ocurrido.

No obstante, en las últimas semanas ha habido varios movimientos que parecerían apuntar a una aceleración de este proceso. En concreto:

  • El 19 de diciembre, el PSE pactó con Bildu los Presupuestos Generales de Gipuzkoa (donde Bildu es la fuerza mayoritaria), declarando que había que «tender puentes» y «recuperar el diálogo». La portavoz del PSE en las Juntas de Gipuzkoa fue más explícita: «el entendimiento entre partidos de izquierda es inevitable», a pesar del «pasado doloroso y tormentoso» que existe entre ellos.
  • El 30 de diciembre, Idoia Mendía admitió que el PSE acordaría muchas cosas con Bildu, dado que compartían «visiones desde la izquierda».
  • El 2 de enero, el secretario general del PSE en Álava defendió llegar a acuerdos con EH Bildu en vez de volver a «pactos indebidos con la derecha» (haciendo referencia al pacto con el que el PSE dio la diputación de Álava al PP; sí aprobó, sin embargo, el pacto con el PP que dio el puesto de lehendakari a Patxi López). Justificó su actitud aludiendo al «final de ETA como acontecimiento que cambiaría de raíz la política de pactos».
  • El 10 de enero, el portavoz del PSE en el Ayuntamiento de San Sebastián apreció «voluntad de negociar los presupuestos» en Bildu.

En resumen, a pesar de que muchos de estos movimientos puedan entenderse como una forma de presionar al PNV y su Gobierno Vasco monocolor, el resultado puede ser que se acelere el acercamiento entre ambos partidos. Si un pacto global PSE-Bildu parecía imposible hasta dentro de varias legislaturas, quizás deje de parecerlo antes de lo que ahora creemos.

(Eso sí: el PSE no está siendo el único en ese camino. El presidente del PP de Gipuzkoa, Borja Semper, ha dicho hace poco en la revista JotDown que «El futuro de Euskadi se debe construir también con Bildu», que «Bildu no es ETA», mientras que Javier Maroto, alcalde de Vitoria por el mismo partido, ha apoyado llegar a «acuerdos en otros foros» con Bildu; siendo contestado duramente, eso sí, por Basagoiti)

De cosas, tortillas y guitarras

En mi cuadrilla, en Bilbao, nos reíamos a veces haciendo planes de ir a algún parque a tocar la «guitarra estatal» mientras comíamos un bocadillo de «tortilla estatal». Ya éramos entonces conscientes del tabú social que las meras palabras «España» y «español» suponían, y en gran parte lo siguen haciendo, entre grandes capas de la población del País Vasco. Entre nosotros ninguno votábamos nacionalista, pero este tabú también nos alcanzaba (aunque al ser conscientes de ello lo convertíamos en chiste; pero no por ello dejábamos de sentirlo).

El jugador del Athletic Markel Susaeta ayer volvió a traer a la actualidad este tabú de forma muy gráfica. En la comparecencia en prensa de su debut en la selección, hablando de la importancia del partido pese a no ser de competición oficial, comenzó «pero bueno, sabemos que nosotros, eh, representamos a…», y ahí titubeó unos segundos, y continuó «a una cosa que, que bueno, que tenemos que darlo todo, y… y respetar bajo todos los conceptos».

Las interpretaciones se sucedieron. Al día siguiente él dijo que se había querido referir al «estilo de juego» de la selección. Es una forma de salir del paso, pero es obvio que estuvo a punto de decir «representamos a España», o algo similar; se encontró con el tabú, y lo reconvino como pudo. Terminó la frase hablando de «(cosa que hay que) respetar bajo todos los conceptos», demostrando que no lo decía por maldad, pero la polémica estaba montada.

Es verdad que son las palabras de un futbolista, y que no tienen una gran trascendencia. Más relevante que llamar a España «cosa» es, por ejemplo, tildarla de «concepto discutido y discutible«, sobre todo cuando no lo dice un futbolista nervioso, sino el Presidente del Gobierno en sede parlamentaria. Recordamos las acusaciones vertidas sobre el PSOE de no atreverse a emplear la palabra «España» y usar constantemente a cambio «este país«. Y la poca presencia de la bandera oficial en determinados eventos, sobre todo del ámbito de la izquierda.

Y es que uno de los efectos que ha dejado el franquismo ha sido asociar, en la mente de mucha gente, los símbolos oficiales españoles a dicho periodo. En lugares como Bilbao es obvio: no se trata de que un nacionalista sienta la bandera española como ajena (lo que sería coherente); se trata de que la siente como un resto de la dictadura. Y lo mismo le ocurre con el propio nombre «España». Pero es que esta sensación no es extraña tampoco a lugares tan indiscutiblemente españoles como Madrid. Hay quien puede acusar a «la derecha» de haber hecho partidistas esos símbolos, y quien puede acusar a «la izquierda» de haber renunciado a ellos. Pero esa desafección es real. Un amigo me decía hace poco que muchas cosas no se arreglarían hasta que decir «Viva España» en España se sintiera como algo tan normal (e incluso integrador) como en Francia lo es decir «Vive la France».

Pero en esta atmósfera vivimos. Por eso no creo que haga falta achacar, como se ha hecho desde otro ámbitos, la actitud de Susaeta al «clima de miedo«. Sí es verdad que en determinados ambientes existe presión social. Si el futbolista hubiera dicho «representamos a España», hay quien se lo habría echado en cara al volver, es cierto. Pero en cualquier caso, cuando en el mismo Madrid sigue habiendo recelo en utilizar el nombre del propio país, la cuestión va más allá de Euskadi y de las comunidades con nacionalismo. Y es bueno ser conscientes de ello.

(y para dar el último toque al argumento, ¿qué mejor que Vaya Semanita?)

El Parlamento Vasco y la igualdad entre territorios

En estas últimas elecciones volvió a surgir un debate que ha sido discutido en múltiples ocasiones: ¿por qué cada territorio histórico (provincia) de la Comunidad Autónoma del País Vasco reparte el mismo número de escaños (25, actualmente), a pesar de sus grandes diferencias de población? Y ¿cuánto afecta esta situación al reparto de los escaños?

Efectivamente, vemos que las diferencias de población entre territorios son significativas. Si dividimos la población total entre 75 (el número de escaños del Parlamento Vasco) y asignamos los escaños según la población, tendríamos:

Censo actual de la CAV: 1.775.336 habitantes. Correspondería a un escaño por 23.671,15 habitantes.

  • Censo de Vizcaya: 948.409 habitantes.
    • Le corresponderían 40 escaños (+15).
  • Censo de Guipúzcoa: 575.935 habitantes.
    • Le corresponderían 24 escaños (-1).
  • Censo de Álava: 250.992 habitantes.
    • Le corresponderían 11 escaños (-14).

Cuando se habla de esta anomalía, suele argumentarse que se trata de una medida que potencia a los partidos «constitucionalistas», y sobre todo al PP. Pero es bueno recordar que cuando se puso en marcha, en la primeras elecciones al Parlamento Vasco (1980, con 60 escaños en el Parlamento, divididos 20, 20 y 20), el partido mayoritario con diferencia en Álava era el PNV, con un 30% de los votos y 7 escaños; UCD, segundo partido, obtuvo un 20% y 4 escaños, y HB y PSE, un 14% y 3 escaños cada uno. De manera que si algún partido fue beneficiado por esta situación en estas primeras elecciones fue el PNV.

En cualquier caso, he hecho una simulación (empleando el simulador de D’Hondt presente en la página oficial de las Elecciones Vascas) de cómo habrían sido los resultados simplemente con este cambio (asignando los escaños de forma totalmente proporcional a la población. Obviamente en un eventual cambio legal podría aplicarse una cierta corrección (por ejemplo, 35, 25, 15), o podrían modificarse otros aspectos, como crear una circunscripción única (solicitada y apoyada sólo por UPyD en la actualidad).

La conclusión es que los resultados no cambiarían tanto. Es verdad que se dificultaría la entrada de partidos pequeños, pero la relación entre los 4 partidos principales se vería muy poco alterada. El resultado sería el siguiente:

Álava:

  • PNV: 3 escaños (-4)
  • Bildu: 3 escaños (-3)
  • PSE: 3 escaños (-3)
  • PP: 2 escaños (-3)
  • UPyD: 0 escaños (-1)

Guipúzcoa:

  • PNV: 8 escaños (-1)
  • Bildu: 9 escaños (=)
  • PSE: 5 escaños (=)
  • PP: 2 escaños (=)

Vizcaya:

  • PNV: 17 escaños (+6)
  • Bildu: 10 escaños (=)
  • PSE: 8 escaños (+3)
  • PP: 5 escaños (+2)

Total CAV:

  • PNV: 28 escaños (+1)
  • Bildu: 22 escaños (-1)
  • PSE: 16 escaños (=)
  • PP: 9 escaños (+1)
  • UPyD: 0 escaños (-1)

Como se ve, las diferencias serían actualmente muy pequeñas. PP y PNV subirían 1 escaños cada uno, Bildu perdería 1, y UPyD perdería el que tiene.

He querido comprobar cómo habría sido el resultado en otros dos momentos del Parlamento Vasco: el de 1984 (mayor porcentaje de voto nacionalista desde que el Parlamento Vasco tiene 75 escaños) y el de 2005 (menos porcentaje nacionalista concurriendo la izquierda abertzale). Los resultados son:

1984:

Según el censo en ese momento, los escaños que habrían correspondido en un reparto proporcional serían Álava 9, Guipúzcoa 24, Vizcaya 42. (No afecta el cambio del umbral mínimo de votos para conseguir representación, que se bajó del 5% al 3% en el año 2000 como condición de Ezker Batua para sumarse al gobierno tripartito de entonces, dado que ningún partido sin representación obtuvo más del 3%).

  • PNV: obtuvo 32, con este cambio 35 (+3)
  • PSE: obtuvo 19, con este cambio 18 (-1)
  • HB: obtuvo 11, con este cambio 11 (=)
  • AP: obtuvo 7, con este cambio 7 (=)
  • EE: obtuvo 6, con este cambio 4 (-2)

Vemos que en el momento de mayor apogeo nacionalista el PNV habría obtenido aún más escaños, que habría «robado» a EE y PSE. El porcentaje de voto nacionalista habría sido del 66,6%, un punto por encima del que fue.

2005:

Con el censo de ese momento el reparto habría sido Álava 10, Guipúzcoa 24, Vizcaya 41:

  • PNV: obtuvo 29, con este cambio 31 (+2)
  • PSE: obtuvo 18, con este cambio 18 (=)
  • EHAK: obtuvo 9, con este cambio 12 (+3)
  • PP: obtuvo 15, con este cambio 10 (-5)
  • EB: obtuvo 3, con este cambio 3 (=)
  • ARALAR: obtuvo 1, con este cambio 1 (=)

En este caso, con unas elecciones con menor voto relativo nacionalista, el cambio sí hubiera sido grande: el nacionalismo (PNV y EHAK) habrían obtenido 5 escaños más que le habrían «quitado» directamente al PP. El porcentaje de escaños nacionalistas habría sido del 59% en vez del 52% que fue.

Éstos son los datos para que cada uno pueda hacerse sus propias conclusiones. Las mías son:

  • Un sistema totalmente proporcional, con los escaños directamente ligados a la población, actualmente no supondría una gran diferencia, aunque obviamente, cualquier cambio en el sistema electoral supone cambios en la actitud de los votantes (por ejemplo, éste desincentivaría el voto a partidos pequeños en Álava, que lo tendrían más difícil para obtener escaño, mientras que podría incentivarlo en Vizcaya).
  • Pero que hoy no cambiara mucho la situación no significa que siempre sea así. En los momentos de voto nacionalista más bajo, este sistema habría aminorado en mucho sus pérdidas.
  • En las tres simulaciones realizadas, el único partido que sale consistentemente reforzado es el PNV (por su gran hegemonía en Vizcaya). Éste sería el claro beneficiario de un cambio a un sistema completamente proporcional.

Para terminar: mientras me documentaba para el post he encontrado un interesante post en el que Unai Figueroa realizó hace un par de semanas estas mismas simulaciones para los resultados de 2012, añadiendo la simulación de la circunscripción única. Y Kanciller, de Politikon, analiza la cuestión de la proporcionalidad con criterios técnicos. Más información para un debate que es difícil que se abra aún en esta legislatura.

Nota rápida sobre el último escaño en Álava

Como sabéis, el método D’Hondt es una forma de asignar los escaños a partir de los votos recibidos por cada partido. En este método, cuando quedan por escrutarse unos pocos votos, hay que mirar al último escaño de la circunscripción, porque unos pocos votos de más podrían asignárselo a un partido distinto.

En este caso, en las elecciones de ayer el último escaño de Álava fue a parar al PSE; pero como se puede ver en la página web dispuesta por el Gobierno Vasco, al 100% escrutado y a falta del voto exterior, si el PNV obtuviera 338 votos más que el PSE, le arrebataría este escaño.

Como decimos, ese cambio podría ocurrirse al contabilizar el voto de los residentes en el extranjero (voto CERA). Pero en 2009 en Álava sólo hubo 436 votos llegados por este procedimiento, de manera que es muy difícil que se dé este vuelco. Pero habrá que ir actualizando esta información según sepamos más datos.

10 respuestas sobre estas elecciones vascas

A pocas décimas por recontar del resultado electoral, las respuestas a las 10 preguntas que realizaba en el anterior post están ya respondidas:

  1. ¿Ganará el PNV? Sí, ha ganado y claramente. Pese a que los primeros sondeos sembraban incertidumbre, finalmente han ganado a Bildu por 6 escaños y más de 9 puntos de diferencia. Íñigo Urkullu será lehendakari (no es que hubiera dudas, claro).
  2. ¿Ganará EH Bildu? No ha ganado. Y además, el PNV ha empatado con ellos en escaños en Gipuzkoa, y se ha quedado a 500 votos. Ha sido un gran resultado, pero sólo un escaño más de la suma de EH y EA en 1998, y muy lejos de los 26 de 1986. El tener que gobernar les ha pasado factura, pero aún así pueden estar contentos. ¿Hará algo ETA a partir de aquí?
  3. ¿El PSE perderá o se desplomará? Decíamos que «la pregunta es si perderá 6 o 14 escaños de sus 25». Ha perdido 9, con lo que no ha sido una debacle. Mi impresión es que Patxi López es mejor candidato que gobernante, y creo que eso ha tenido algo que ver. Está en buena situación para un nuevo bipartito con el PNV.
  4. ¿Será el PP decisivo? Por ahora no: en este momento están a un escaño de poder sacar adelante iniciativas sin la abstención de alguna otra fuerza. Pero el último escaño por Álava está a 400 votos de caer del lado del PNV quitándoselo al PSE, y si ocurriera, esa opción volvería a estar abierta. No es un mal resultado de Basagoiti, viendo lo difícil que lo tenían. Ahora pueden intentar presentarse como la oposición «constitucionalista» principal.
  5. ¿Aguantará Izquierda Unida? No ha aguantado. Ni IU ni EB; ambos han perdido, se han quedado sin escaño, y Mikel Arana, coordinador de Ezker Anitza, ya ha presentado su dimisión. Los tiros en el pie no salen gratis.
  6. ¿Continuará UPyD? Continuará. Gorka Maneiro seguirá ofreciendo un discurso muy distinto al del resto de partidos. Habrá que ver cómo gestiona el PP esa referencia, que seguirá causándole problemas.
  7. ¿Aumentará la participación? Lo ha hecho, pero muy poco: un punto menos de abstención, 34,17% frente al 35,32% de 2009. Sorpresa relativa.
  8. ¿Se votará con normalidad? Efectivamente, exceptuando el lamentable acoso a Patxi López, el resto de la jornada ha transcurrido con normalidad; ni siquiera los casos aislados de colegios electorales bloqueados con silicona que otras veces ocurrían. Ojalá se mantenga esta tendencia. Una Euskadi normalizada, pese a que las aspiraciones políticas de cada uno no estén satisfechas, sería una verdadera alegría para todos.
  9. ¿Qué opciones de gobierno quedarán abiertas? Siguen todas abiertas, pero Urkullu en su intervención ha hablado de un «gobierno sólido»; en este momento apostaría por un gobierno estable PNV-PSE.
  10. Y ¿quién de los participantes ha ganado la Porra Electoral Vasca? Absolutamente nadie. Sólo 8 personas acertaron los escaños del PNV, 5 los de Bildu, 3 los del PSE, y 5 los del PP, de 30 participantes. Era lo esperable; ninguna encuesta se ha acercado demasiado a los resultados.

A partir de aquí, a no ser que los 400 votos «colgantes» de Álava cambien algo cuando se escrute el voto exterior, el único debate importante que quedará será la formación de gobierno. Veremos si en este caso sí se cumplen las previsiones.

La «mayoría natural» vasca

Durante el Aberri Eguna de 2009, el entonces lehendakari Ibarretxe afirmó que el PNV era la «Mayoría natural» vasca, y que el País Vasco era mayoritariamente nacionalista. Es curioso que el concepto había sido acuñado originalmente por Manuel Fraga tras la descomposición de UCD, refiriéndose a una supuesta mayoría de centroderecha entre los ciudadanos españoles.

En cualquier caso, la pregunta subyacente es ¿es cierto que el País Vasco es «mayoritariamente nacionalista»? ¿Se puede afirmar eso a tenor de los resultados de las elecciones? Si hablamos de la Comunidad Autónoma Vasca y de las elecciones al Parlamento Vasco (todos los resultados históricos de elecciones en la CAV están disponibles para consulta), la respuesta es claramente un «sí».

Como ya hice en un anterior post, he clasificado en el eje nacionalista vasco/no nacionalista vasco a los partidos que han conseguido algún escaño históricamente así: nacionalistas (PNV, HB con sus distintas denominaciones, EE, EA, Aralar) y no nacionalistas (PSE, AP/PP, UCD y CDS, PC/EB, UA, UPyD).

En las primeras elecciones realizadas en 1980 el resultado fue claro: 70% de los entonces 60 escaños fueron para partidos nacionalistas. Podría pensarse en un «efecto rebote» derivado de la transición. Pero las tres elecciones siguientes mantuvieron esa misma tendencia: 65% en 1984, 69% en 1986 y 69% en 1990.

En la década de los 90 se mantuvo la supremacía nacionalista en escaños, pero se fue atenuando progresivamente: 55% en 1994 y 1998, 53% en 2001, y 52% en 2005. La tendencia a la baja era clara: el nacionalismo llevaba camino de perder esa mayoría en escaños que siempre había tenido en el Parlamento Vasco.

De hecho la perdió en 2009, con el 47% de los escaños, pero a estas elecciones no pudo concurrir ninguna denominación del HB original que llamó al voto nulo (y en efecto, éste subió del 0,79% de las elecciones anteriores al 7,79% en éstas).

Mañana se celebran unas nuevas elecciones, y pronto veremos cuál es el siguiente resultado de la serie. Pero las previsiones parecen apuntar a un nuevo repunte del nacionalismo. Aparte de lo que dicen las encuestas, hemos hecho entre unos amigos (más a modo de divertimento que otra cosa) una Porra Electoral Vasca en la que han participado unas 30 personas y cuyo resultado medio ha sido de PNV 28, Bildu 22, PSE 14, PP 9, IU 1, UPyD 1: 67% de escaños para el nacionalismo, rompiendo así de manera muy clara la tendencia que existía desde 1986. Otra porra, creada por Politikon, devuelve resultados similares, previendo para el nacionalismo un 65%.

Ahora bien, la existencia de esta mayoría es un simple dato, y no significa que exista una «exigencia democrática» a que gobierne un partido nacionalista. Se ha argumentado, por ejemplo, que una coalición transversal entre nacionalistas y no nacionalistas aglutinaría mejor la opinión de la mayoría de los vascos. No veo mucho sentido a entrar en ese debate: el gobierno será de quien consiga una mayoría suficiente a partir de los resultados de las urnas. Y eso lo veremos mañana.


Tres notas adicionales. He escogido las elecciones al Parlamento Vasco por parecerme las que mejor correspondían a la intención de los vascos sobre su propia colectividad, dado que las elecciones al Congreso de los Diputados están muchas veces influidas por otros factores. Es cierto que estas elecciones recogen resultados diferentes a los dados aquí: entre 1993 y 2004 los nacionalistas sólo obtvieron el 42% de los escaños, oscilando el resto de años entre el 52% y el 62%.

Por otra parte, obviamente esta «sensibilidad mayoritaria» traducida en escaños es únicamente sensible en la Comunidad Autónoma Vasca; los resultados en Navarra y el País Vasco-Francés (o Iparralde) dan un resultado claramente minoritario para el nacionalismo y empujarían sus cifras hacia abajo.

Y por último, sabemos que en la CAV el reparto de escaños no se corresponde con el voto popular dado que cada uno de los territorios tiene el mismo número de escaños (25 en la actualidad) a pesar de haber grandes diferencias de población entre ellos. Un cálculo por voto popular podría dar cambios importantes; intentaré hacerlo en algún momento.

Partidos vascos: hacia las cuatro patas

Escuché hace tiempo una hipótesis: el sistema de partidos vascos tendía a consolidarse en un esquema simple de «cuatro patas», siguiendo los dos ejes básicos de nuestra política: nacionalismo (vasco) frente a no nacionalismo, e izquierda/centroizquierda frente a derecha/centroderecha. Si este esquema no se cumplía era en gran parte por el efecto distorsionador de ETA, pero una vez superado (al menos a efectos electorales) este factor, se vería una tendencia hacia esta situación.

Mi impresión es que nos estamos acercando a ello. Para ver cuál ha sido la evolución del sistema de partidos vascos durante estos años he recopilado los datos de partidos y escaños en las elecciones al Parlamento Vasco desde 1980.

Ha habido 9 elecciones al Parlamento Vasco. En 6 de ellas han conseguido escaño 7 partidos (curiosamente, excepto 1994 y 1998, en ningún otro año se han repetido los mismos partidos). Por el lado «nacionalista» se ha oscilado entre 3 y 4 partidos: el PNV (con su escisión EA), Euskadiko Ezkerra (hasta su absorción por el PSE), y HB/EH/EHAK (con su escisión Aralar). El lado «no nacionalista» (permítaseme esta denominación) ha tenido más movilidad: desde sólo 2 partidos (PSE y AP/PP) hasta 4, incluyendo a UCD/CDS, UA (la escisión regionalista alavesa del PP), PC/Ezker Batua (lo sitúo en el «lado no nacionalista» con dudas) y UPyD.

El otro eje ha variado también bastante: de 3 a 5 partidos que se reconocían en las izquierdas, entre una amplia variedad: HB/EH/EHAK, PSE, EE, Aralar, PC/EB y UPyD (incluyo también a EA aquí, por su tendencia socialdemócrata), y sólo de 2 a 3 más orientados hacia la derecha o centroderecha, entre PNV, AP/PP, UA y UCD/CDS (aunque éstos nominalmente se definieran como «centro»).

Como decía, ETA ha sido claramente un factor distorsionador. Han existido en varias ocasiones dos partidos nacionalistas de izquierdas, dado que EE o Aralar no podían integrarse en HB mientras ETA siguiera atentando. La situación de violencia traía consigo además un agudizamiento de posturas que, en mi opinión, no es descabellado asociar a la eclosión de UA o al cierto éxito actual de UPyD.

¿Qué ha ocurrido en estos últimos años? EE, que había tenido un número de escaños constante entre 6 y 9, decidió integrarse en el PSE. Los partidos de centro desaparecieron; el PNV fue recuperando el voto de su escisión EA, hasta que el cese de la violencia de ETA y la legalización de Bildu le permitieron aglutinar tanto a EA como a la escisión tardía Aralar (y a otros partidos extraparlamentarios). Y por último, IU/EB ha sufrido una escisión causada (como ya ocurrió en EE con Euskal Ezkerra, EuE) por la tensión entre nacionalistas y no nacionalistas en su seno.

Y, si el resultado acaba siendo el que parecen marcar las encuestas, nos acercamos ya mucho a este esquema de «cuatro patas». El PNV se consolida como única fuerza nacionalista de centroderecha, con Bildu aglutinando casi todo el voto nacionalista de izquierdas. El PP consolida el voto de centroderecha no nacionalista, mientras que en la esquina del PSE hay sólo dos excepciones, ambas muy minoritarias: IU y UPyD.

Salvo estas dos excepciones (que ya veremos si son resistentes o efímeras), el sistema vasco parece consolidarse en estos dos ejes; «normalizarse», me atrevería a decir. Y una vez pase el tiempo suficiente para borrar los efectos electorales de ETA, veremos más opciones de pactos que las que hemos visto hasta ahora (PNV-Bildu, PSE-Bildu, e incluso PNV-PP). El primer paso hacia esto será el 21 de octubre; veremos si no estamos desencaminados.