La izquierda vasca: ¿hacia el eje PSE-Bildu?

Hace unos meses escribía sobre cómo el sistema de partidos vascos estaba, en mi opinión, en vías de simplificarse hacia un esquema cuatripartito sobre los ejes izquierda-derecha y nacionalismo-no nacionalismo. Las elecciones del 21 de octubre confirmaron, al menos por ahora, esta evolución, dejando sólo en el Parlamento Vasco a PNV, PP, PSE y EH Bildu (con la única excepción de UPyD, a mi entender, causada por el efecto distorsionador que aún supone que ETA no haya terminado de disolverse).

Una de las conclusiones que sacaba era que «una vez pase el tiempo suficiente para borrar los efectos electorales de ETA, veremos más opciones de pactos que las que hemos visto hasta ahora», siendo una de las más claras la opción PSE-EH Bildu. De no haber sido por ETA, esto hubiera podido ocurrir hace mucho: a fin de cuentas un eje similar es el que trajo el «Tripartit» en Catalunya (coalición PSC-ERC-Iniciativa) en los 2000. Pero, obviamente, el PSE no podía tener una relación política normalizada con el partido que, cuando Fernando Buesa fue asesinado, su valoración fue que «sólo puede entenderse desde un sentimiento de fracaso colectivo» apelando a la «responsabilidad política de todos».

Sin embargo, tres años después de los últimos asesinatos de ETA, tras la declaración de alto el fuego permanente de 2011, y la revocación por el Tribunal Constitucional de la ilegalización de Bildu, parecía que era cuestión de tiempo que la relación e incluso el trabajo en común entre los dos grandes partidos vascos de izquierdas comenzara a ser posible. Entendíamos, eso sí, que para que tal cosa pudiera ocurrir debería pasar un mínimo de una década, aparte de otras circunstancias como el desarme y disolución final de ETA, que aún no han ocurrido.

No obstante, en las últimas semanas ha habido varios movimientos que parecerían apuntar a una aceleración de este proceso. En concreto:

  • El 19 de diciembre, el PSE pactó con Bildu los Presupuestos Generales de Gipuzkoa (donde Bildu es la fuerza mayoritaria), declarando que había que «tender puentes» y «recuperar el diálogo». La portavoz del PSE en las Juntas de Gipuzkoa fue más explícita: «el entendimiento entre partidos de izquierda es inevitable», a pesar del «pasado doloroso y tormentoso» que existe entre ellos.
  • El 30 de diciembre, Idoia Mendía admitió que el PSE acordaría muchas cosas con Bildu, dado que compartían «visiones desde la izquierda».
  • El 2 de enero, el secretario general del PSE en Álava defendió llegar a acuerdos con EH Bildu en vez de volver a «pactos indebidos con la derecha» (haciendo referencia al pacto con el que el PSE dio la diputación de Álava al PP; sí aprobó, sin embargo, el pacto con el PP que dio el puesto de lehendakari a Patxi López). Justificó su actitud aludiendo al «final de ETA como acontecimiento que cambiaría de raíz la política de pactos».
  • El 10 de enero, el portavoz del PSE en el Ayuntamiento de San Sebastián apreció «voluntad de negociar los presupuestos» en Bildu.

En resumen, a pesar de que muchos de estos movimientos puedan entenderse como una forma de presionar al PNV y su Gobierno Vasco monocolor, el resultado puede ser que se acelere el acercamiento entre ambos partidos. Si un pacto global PSE-Bildu parecía imposible hasta dentro de varias legislaturas, quizás deje de parecerlo antes de lo que ahora creemos.

(Eso sí: el PSE no está siendo el único en ese camino. El presidente del PP de Gipuzkoa, Borja Semper, ha dicho hace poco en la revista JotDown que «El futuro de Euskadi se debe construir también con Bildu», que «Bildu no es ETA», mientras que Javier Maroto, alcalde de Vitoria por el mismo partido, ha apoyado llegar a «acuerdos en otros foros» con Bildu; siendo contestado duramente, eso sí, por Basagoiti)

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De un año a otro año: notas sobre el calendario vasco

El comienzo del año es una buena excusa para traer unas reflexiones etimológicas (del estilo de las que junto a un amigo he hecho mucho tiempo en Filóblogos) relativas a los conceptos vascos antiguos para «año», «mes» y «semana». Advierto ya que no se van a poder sacar conclusiones de todo esto: muchas de las etimologías son muy oscuras, y hay muy pocos elementos para poder aclararlas en el futuro. Me baso en otro libro de Julio Caro Baroja, Sobre la religión antigua y el calendario del pueblo vasco, recomprado para la ocasión (aunque voy a tener que refrenarme, si voy a libro de este autor por post me va a salir caro).

Y empezamos precisamente por la palabra urte, «año». Su etimología es poco clara, pero habitualmente se la ha relacionado con ur, «agua». Morfológicamente parece muy sólido (-te es un sufijo antiguo de valor temporal, que aparece en palabras como como elurte «nevada», de elur «nieve», o sute, «incendio», de su, «fuego»). Pero semánticamente cuesta encontrar la relación. ¿Puede hacer referencia a las épocas de lluvias, esto es, periodo de tiempo entre una época de lluvias y otra? Hoy en día al menos no se puede hablar en el País Vasco de una «época de lluvias» como existe en otras latitudes (la partición antigua del año parece que era simplemente en «verano», uda, e «invierno», negu, ambas de etimología totalmente oscura).

Pero existe una posibilidad de relacionar el agua, ur, con los términos del calendario, por medio de una muy antigua raíz, urtz– (con variantes dialectales ortz- y ost-). Su significado es de «cielo», «bóveda celeste», y debió estar asociada también a la idea de Dios (en el ya famoso Códice Calixtino, Aymeric Picaud, al pasar por tierras vascas, dejó escrito «Deum vocant Urcia», «llaman Urtzi a Dios»). Además de «cielo», tiene el significado de «trueno» en varias zonas. ¿Un paralelo de la raíz indoeuropea *DIEUS, que dio en latín IUPPITER (por medio de DIEUS-PATER), de significados parecidos? Apoya a este hipótesis el que el día «jueves» esté relacionado con este Dios tanto en las lenguas romances (IOVIS, genitivo de IUPPITER) como en las germánicas (el dios equivalente era THOR, de donde «thursday»), y que lo mismo ocurra en euskera: ortzegun, ostegun «jueves» (sería «día de Ortzi»).

Por otra parte, existe otra raíz que aparece a veces en paralelo a ortz- con la idea de «cielo» como «fuente de la luz», que es la raíz egu-. Esta raíz está presente en eguzki («sol», que vendría a ser «luz del cielo»), egun «día», ekain «junio» (descomponible a egu-gain, «altura de la luz», interpretable como el solsticio de verano), ekaitz («tormenta», o «cielo malo») o incluso un sinónimo para «jueves» paralelo al que ya hemos visto: eguen, «(día) del cielo». Egu- podría ser la raíz más antigua para expresar «cielo», siendo luego sustituída por ortz-, que como hemos visto, recoge conceptos de posible origen indoeuropeo (y posteriormente por la actual zeru, que proviene directamente del latín CAELUM).

El antónimo de esta raíz eg-, «luz», parece ser il-, «oscuridad». Si egun es «día» (periodo de la luz), ilun es «oscuridad» (periodo de lo oscuro); y si eguzki es «sol», ilazki/ilargi es «luna». Estas formas parece estar claramente asociadas (si no son la misma) a il/hil, «muerte» y también, y aquí volvemos al calendario, «mes». Los vascos, según todos los indicios, contaban el año por meses: hilabete, «mes»; significa literalmente «luna llena». Esto obviamente no es desconocido a otros pueblos: en inglés mismo es evidente la relación entre «month» («mes») y «moon» («luna»).

Y en el nombre del primer mes, urtarril («enero») encontramos precisamente dos elementos ya conocidos: urtar-il «mes (o luna) del año (o de las aguas)». Parece que este mes tenía una significación especial: de hecho, el día después del solsticio era eguberri, «día (o luz) nueva», nombre que hoy se ha trasladado al día de Navidad. El resto de los meses parecen tener nombres derivados de las tareas agrícolas, cuando no tomados directamente del latín.

Y si del mes pasamos a la semana (aste), vemos que se ha relacionado habitualmente con asi/hasi («empezar»). Sabemos que el concepto «semana» es bastante moderno y de origen judío, por lo que su adaptación en el calendario vasco ha tenido que ser bastante forzada. Parece que esta palabra indicaba otro periodo de tiempo, y que después se usó para designar éste. ¿Podría ser «comienzo (del mes»)? Esta idea se apoya en el nombre de los tres primeros días de la semana: astelehen, astearte, asteazken «lunes, martes, miércoles» que literalmente significan «principio, intermedio, final (del aste)»; se ha especulado, así, que el aste podría ser el «comienzo» del mes, tres días especiales que luego pasarían a ser los tres primeros días de la nueva «semana». Otros términos se usaron igualmente para el resto de días, como igande, literalmente «subida» (otra vez el prefijo -te, con la «t» cambiada a «d» de forma regular ante nasal), que podría haber sido «plenilunio», y que se usó para «domingo». Ya hemos hablado del jueves, calcado del sistema latino (ortzegun o eguen); el lunes tiene otro sinónimo, ilen, «(día) de la luna», que se explicaría también como calco de «lunes», «monday», etc.

Y todos estos datos, como se ve, inconexos, problemáticos y en definitiva muy oscuros, son la mayor parte de lo que sabemos sobre el antiguo calendario vasco: dos raíces antiguas (una quizás autóctona y otra indoeuropea), un sistema lunar primitivo (aunque quizás tampoco autóctono), y una adaptación forzada a las estructuras temporales que llegaron después. Datos muy poco seguros todos, pero no por ello menos apasionantes.

¿Por qué «Eusko Ekintza»?

El panorama político vasco se ha visto sobresaltado a finales de diciembre por la aparición de un nuevo partido: Eusko Ekintza (EEK) («Acción Vasca»). Se enmarca sin dudas dentro de la «izquierda abertzale», y asume que su «ámbito natural» en el campo institucional sería la coalición EH Bildu, por lo que en principio no supondria ninguna alteración en el mapa electoral.

Pero la pregunta que todo el mundo se hace (basta una búsqueda en Twitter para confirmarlo) es ¿por qué Eusko Ekintza? ¿Cuál es su peculiaridad, ideológica o práctica, que les hace no «sentirse representados» por Sortu, EA o Aralar?

Un primer vistazo a su documento de presentación no da respuestas a esta duda. Se definen como «anticapitalistas, de izquierdas e independentistas». Buscan «la consecución de un nuevo sistema económico, social y político». Denuncian «la opresión y asimilación económica, política y cultural» del pueblo vasco. Y en lo referente a ETA, rechazan «todas las violencias», pero entienden que «Los abusos y crímenes del estado están quedando sin castigo», y exigen la «amnistía para todos los presos y refugiados políticos».

Hace falta hilar fino para empezar a encontrar matices diferenciadores. Por ejemplo, afirman que su partido «sí coincide con el resto de formaciones de la izquierda abertzale en lo que históricamente han sido sus objetivos generales, la independencia y el socialismo, con la particularidad de que creemos en un socialismo que esté basado en un fuerte sector público, comunitario y cooperativo» (negritas nuestras). En el ámbito organizativo, ponen el acento en su carácter asambleario, anunciando que no tendrán órgano directivo: “La asamblea será nuestra seña de identidad y nuestro norte, el trabajo compartido con los diversos grupos de izquierda y soberanistas (…) Nuestros militantes impulsarán el movimiento popular sin dirigismos ni ingerencias”, lenguaje que nos recuerda a los tiempos de Zutik, disueltos hace justo un año.

Sus promotores son en su gran mayoría antiguos miembros de la corriente de Bildu Ezkerretik Bilduz (Nekane Garmendia, Arritxu Santamaría), y anteriormente de EA (Peio Mari Olaeta, Santi Merino), movimientos anarquistas (Jakue Pascual) e independientes (Gotzone Rekondo, Enrique Lertxundi), que ya en las últimas elecciones pidieron el «voto crítico» (en eusk.) para EH Bildu, achacándoles enfocarse demasiado en el aspecto «institucional» y descuidar la relacion con los «movimientos populares» y con «otras formas de lucha» más allá de la institucional (lenguaje por el que fueron acusados en su momento de trotskistas).

Iremos descubriendo si la aparición de este nuevo partido supone algún cambio real en el escenario político vasco.

Olentzero joan zaigu… Los orígenes del Olentzero

Hace poco leía en Twitter a @fr_carrillo: «Que un carbonero vasco se ponga a repartir regalos a los niños, bueno. Pero que lo haga justo en Navidad ya es falta de originalidad». Y si no se sabe más, efectivamente suena todo un poco raro. Pero ¿quién es el Olentzero? ¿De cuándo data el mito? Voy a intentar dar unas pinceladas sobre el tema, que es extenso, aquí.

Se ha llamado al Olentzero el «Papá Noel vasco», porque es una figura mitológica que trae regalos a los niños en Nochebuena. Su figura es la de un carbonero, y pese a que actualmente se celebran en su honor desfiles a semejanza del desfile de Reyes, su celebración habitual era la confección y posterior quema de un muñeco con su efigie, y la salida de coros durante el día 24 cantando su popular canción.

Pero ¿de dónde surge esta figura del Olentzero? El padre de la antropología vasca, Barandiarán, popularizó la leyenda más conocida al respecto. En ella se habla de cómo en la sierra de Aralar, los jentilak (gigantes vascos que vivían antes de la humanidad, y erigidores míticos de los megalitos) vieron una gran luz al Este, y al preguntar al más anciano de todos, éste dijo «¡Ay, hijos míos! Kixmi («el mono», nombre que daban a Jesucristo) ha nacido, y nuestra época se ha acabado. Despeñadme por este acantilado». Así lo hicieron, y el resto se desperdigaron y desaparecieron, excepto uno, que decidió bajar a los pueblos a anunciar esta venida a los campesinos, y éste fue después conocido como Olentzero.

Este mito, si bien interesante, no menciona varias de las características de la figura. Otra de las fuentes principales es la canción que se le canta habitualmente. Su primera parte parece ser simplemente descriptiva, y ya menciona su carácter de carbonero («Olentzero se ha ido al monte a trabajar, con la intención de hacer carbón. Cuando ha oído que Jesús ha nacido, ha venido corriendo a darnos la noticia»), pero en la siguente se le pinta simplemente como un comilón y barrigudo: «Ahí va, ahí va, nuestro Olentzero, está sentado con la pipa entre los dientes. También tiene capones con huevos, para merendar mañana con una botella de vino. Olentzero, cabezón sin entendimiento, esta tarde dicen que se ha bebido un pellejo de cuatro arrobas. ¡Ay, cerdo barrigudo!».

Y si nos vamos al Euskalerriaren Jakintza de Azkue, antropólogo anterior a Barandiarán, vemos que en Larraun se trataba de un gigante borracho de ojos rojos que se colgaba de la chimenea, sin ninguna de las características citadas antes. Pero parece íntimamente relacionado con un tronco que se ponía ardiendo durante todo el día, costumbre extendida por multitud de zonas del mundo. ¿Puede que el muñeco fuera simplemente la personificación de este tronco, como uno más de los símbolos solsticiales?

Por último, la etimología nos da otra información interesante. -zaro significa en euskera «época» (como en zahartzaro, «vejez»), y una de las formas antiguas del mito es Olentzaro, por lo que su traducción podría ser «época de las Oles». Y estas «Oles», si bien hacen referencia a las canciones «de aguinaldo» habituales en esta época del año, según Caro Baroja se referirían a las «antífonas de la O» que se cantaban entre el 17 y el 23 de diciembre, y de las que, como última curiosidad, surgió la advocación de «María de la O».

Como se ve, multitud de elementos antropológicos sin una unidad clara. Aunque, obviamente, poco tenían que ver el San Nicolás original con el Papá Noel actual, ni los Magos de Oriente con los Reyes actuales. Así se van construyendo los mitos, en la antigüedad y hasta hoy.

La filosofía del Athletic Club de Bilbao

«Nous sommes en 2007 après Jésus-Christ; tous les clubs de football sont formés par des légions de joueurs étrangers… Tous? Non! Car un club composé d’irréductibles Basques résiste encore et toujours à l’envahisseur.»

Una de las instituciones más singulares del País Vasco pertenece al mundo del deporte: el equipo de fútbol de Bilbao, el Athletic Club. Fue fundado en 1898, siendo el club de fútbol profesional en activo más antiguo de España (con la excepción del modesto Recreativo de Huelva); junto con Real Madrid y Fútbol Club Barcelona, es el único que ha permanecido en Primera División todas las temporadas de la Liga desde el inicio de la competición; y, tras haber ganado sus últimos títulos un par de décadas atrás, en la actualidad alterna temporadas meritorias (como los subcampeonatos de Europa League y Copa del año 2011) con otras regulares (clasificando en medio de la tabla).

gabarra-camiseta-athleticPero la característica principal que lo identifica y que lo hizo ser definido por L’Equipe ya en los años 70 como «caso único en el fútbol mundial» es su llamada «filosofía», una limitación autoimpuesta que les hace fichar únicamente a jugadores «de la tierra»: jugar «sin extranjeros» o más específicamente «sólo con vascos».

Tal y como se entiende en la actualidad (no existe ningún documento que la refleje de forma «oficial», dado que es una «regla consuetudinaria», por tradición, nunca expresada en un reglamento), esta «filosofía» se concreta así:

Son susceptibles de jugar en el Athletic los jugadores que hayan nacido en alguno de los territorios de habla vasca (la Comunidad Autónoma Vasca, la Comunidad Foral de Navarra, y los territorios de Lapurdi, Zuberoa y la Baja Navarra en el departamento francés de los Pirineos Atlánticos) o que, sin haber nacido en ellos, se hayan formado futbolísticamente desde pequeños en alguno de ellos.

A la vista de esta descripción, ¿qué es lo que no significa esta filosofía?

  • No tiene nada que ver con la raza: en 2011 debutó el lateral baracaldés de raza negra Jonás Ramalho
  • Ni con el número de apellidos vascos: uno de los héroes del último título conseguido en 1984 se llamaba Luis De la Fuente Castillo
  • Ni con el lugar de nacimiento estrictamente: en los años 80 el portero del Athletic era brasileño de nacimiento (Vicente Biurrun) pero formado futbolísticamente en San Sebastián
  • Ni por el otro extremo:el actual centrocampista Ander Herrera se formó en la cantera del Real Club Zaragoza, pero nació en Bilbao.

El sentido de esta «filosofía» es vario. Por una parte, salvaguardar el valor del fútbol como competición entre naturales de una zona contra los de otra, frente a la tendencia mercantilista y de negocio que impera actualmente (y de la que el mismo Athletic no ha podido escapar en ocasiones, desde luego). Pero por otra parte, rodeados de clubs repletos de estrellas extranjeras, los aficionados del Athletic disfrutan de saber que en su club las «estrellas» serán siempre cercanas, que un niño que juega en tu calle lo tendrá mucho más fácil que en otros sitios para cumplir su ilusión de jugar en el equipo de sus sueños. La mayoría de los aficionados saben que esto hace dificilísimo para el Athletic volver a obtener triunfos en esta época de globalización, pero disfrutan mucho más con cada pequeño éxito. Como decía Chesterton, «el juego de ponerse límites a sí mismos es uno de los secretos placeres de la vida».

forofos

¿Fue siempre así esta tradición? No, no lo fue. En los primeros años participaron jugadores ingleses en él (en 1902 veíamos en las alineaciones nombres como William Llewellyn Dyer, Cazeaus y Walter Evans). Fue 1911 el año en el que, tras una disputa con la Real Sociedad de San Sebastián, se decidió renunciar al uso de jugadores no vascos.

En más de 100 años, obviamente ha habido casos donde esta tradición se ha estirado mucho. El delantero Fernando Llorente, por ejemplo, cumple el criterio por haber nacido en Pamplona, si bien fue un nacimiento coyuntural (era el hospital más cercano a su población de origen riojana); y Mario Bermejo, aunque llegó a jugar unos minutos en la temporada 96-97, no los cumplía en puridad (se formó futbolísticamente en la cantera del Racing de Santander, y nació igualmente en Santander, aunque su padre fuera de Bilbao).

Se ha pensado también, de cara al futuro, si esta filosofía es mantenible o si es necesario modificarla de algún modo, por ejemplo fichando jugadores infantiles de otras zonas, al estilo del Ajax, para poder así «cumplir» con el criterio de haberse formado en Bilbao, pero la mayoría de los aficionados no consideran esto una forma correcta de interpretar la tradición: se asume que, si un niño viene al País Vasco, tiene que ser por «causas naturales» (trabajo de su familia, etc); lo contrario sería «hacerse trampas al solitario». Con algo más de aceptación, se ha hablado sobre ampliar la filosofía para que puedan jugar en el equipo descendientes de familias vascas en la diáspora, pero por ahora no se ha dado este paso tampoco.

Y es que, incluso tras temporadas muy malas, la amplísima mayoría de los socios del Athletic defienden mantener esta tradición (en una encuesta llevada a cabo en 2010, sólo el 7% de los socios se mostraban partidarios de abandonarla). Y parece que así va a ser al menos en el futuro próximo. Y desde este Roble, árbol que aparece en el propio escudo del club, nos unimos a este sentimiento. ¡Y por muchos años!

De cosas, tortillas y guitarras

En mi cuadrilla, en Bilbao, nos reíamos a veces haciendo planes de ir a algún parque a tocar la «guitarra estatal» mientras comíamos un bocadillo de «tortilla estatal». Ya éramos entonces conscientes del tabú social que las meras palabras «España» y «español» suponían, y en gran parte lo siguen haciendo, entre grandes capas de la población del País Vasco. Entre nosotros ninguno votábamos nacionalista, pero este tabú también nos alcanzaba (aunque al ser conscientes de ello lo convertíamos en chiste; pero no por ello dejábamos de sentirlo).

El jugador del Athletic Markel Susaeta ayer volvió a traer a la actualidad este tabú de forma muy gráfica. En la comparecencia en prensa de su debut en la selección, hablando de la importancia del partido pese a no ser de competición oficial, comenzó «pero bueno, sabemos que nosotros, eh, representamos a…», y ahí titubeó unos segundos, y continuó «a una cosa que, que bueno, que tenemos que darlo todo, y… y respetar bajo todos los conceptos».

Las interpretaciones se sucedieron. Al día siguiente él dijo que se había querido referir al «estilo de juego» de la selección. Es una forma de salir del paso, pero es obvio que estuvo a punto de decir «representamos a España», o algo similar; se encontró con el tabú, y lo reconvino como pudo. Terminó la frase hablando de «(cosa que hay que) respetar bajo todos los conceptos», demostrando que no lo decía por maldad, pero la polémica estaba montada.

Es verdad que son las palabras de un futbolista, y que no tienen una gran trascendencia. Más relevante que llamar a España «cosa» es, por ejemplo, tildarla de «concepto discutido y discutible«, sobre todo cuando no lo dice un futbolista nervioso, sino el Presidente del Gobierno en sede parlamentaria. Recordamos las acusaciones vertidas sobre el PSOE de no atreverse a emplear la palabra «España» y usar constantemente a cambio «este país«. Y la poca presencia de la bandera oficial en determinados eventos, sobre todo del ámbito de la izquierda.

Y es que uno de los efectos que ha dejado el franquismo ha sido asociar, en la mente de mucha gente, los símbolos oficiales españoles a dicho periodo. En lugares como Bilbao es obvio: no se trata de que un nacionalista sienta la bandera española como ajena (lo que sería coherente); se trata de que la siente como un resto de la dictadura. Y lo mismo le ocurre con el propio nombre «España». Pero es que esta sensación no es extraña tampoco a lugares tan indiscutiblemente españoles como Madrid. Hay quien puede acusar a «la derecha» de haber hecho partidistas esos símbolos, y quien puede acusar a «la izquierda» de haber renunciado a ellos. Pero esa desafección es real. Un amigo me decía hace poco que muchas cosas no se arreglarían hasta que decir «Viva España» en España se sintiera como algo tan normal (e incluso integrador) como en Francia lo es decir «Vive la France».

Pero en esta atmósfera vivimos. Por eso no creo que haga falta achacar, como se ha hecho desde otro ámbitos, la actitud de Susaeta al «clima de miedo«. Sí es verdad que en determinados ambientes existe presión social. Si el futbolista hubiera dicho «representamos a España», hay quien se lo habría echado en cara al volver, es cierto. Pero en cualquier caso, cuando en el mismo Madrid sigue habiendo recelo en utilizar el nombre del propio país, la cuestión va más allá de Euskadi y de las comunidades con nacionalismo. Y es bueno ser conscientes de ello.

(y para dar el último toque al argumento, ¿qué mejor que Vaya Semanita?)

El Parlamento Vasco y la igualdad entre territorios

En estas últimas elecciones volvió a surgir un debate que ha sido discutido en múltiples ocasiones: ¿por qué cada territorio histórico (provincia) de la Comunidad Autónoma del País Vasco reparte el mismo número de escaños (25, actualmente), a pesar de sus grandes diferencias de población? Y ¿cuánto afecta esta situación al reparto de los escaños?

Efectivamente, vemos que las diferencias de población entre territorios son significativas. Si dividimos la población total entre 75 (el número de escaños del Parlamento Vasco) y asignamos los escaños según la población, tendríamos:

Censo actual de la CAV: 1.775.336 habitantes. Correspondería a un escaño por 23.671,15 habitantes.

  • Censo de Vizcaya: 948.409 habitantes.
    • Le corresponderían 40 escaños (+15).
  • Censo de Guipúzcoa: 575.935 habitantes.
    • Le corresponderían 24 escaños (-1).
  • Censo de Álava: 250.992 habitantes.
    • Le corresponderían 11 escaños (-14).

Cuando se habla de esta anomalía, suele argumentarse que se trata de una medida que potencia a los partidos «constitucionalistas», y sobre todo al PP. Pero es bueno recordar que cuando se puso en marcha, en la primeras elecciones al Parlamento Vasco (1980, con 60 escaños en el Parlamento, divididos 20, 20 y 20), el partido mayoritario con diferencia en Álava era el PNV, con un 30% de los votos y 7 escaños; UCD, segundo partido, obtuvo un 20% y 4 escaños, y HB y PSE, un 14% y 3 escaños cada uno. De manera que si algún partido fue beneficiado por esta situación en estas primeras elecciones fue el PNV.

En cualquier caso, he hecho una simulación (empleando el simulador de D’Hondt presente en la página oficial de las Elecciones Vascas) de cómo habrían sido los resultados simplemente con este cambio (asignando los escaños de forma totalmente proporcional a la población. Obviamente en un eventual cambio legal podría aplicarse una cierta corrección (por ejemplo, 35, 25, 15), o podrían modificarse otros aspectos, como crear una circunscripción única (solicitada y apoyada sólo por UPyD en la actualidad).

La conclusión es que los resultados no cambiarían tanto. Es verdad que se dificultaría la entrada de partidos pequeños, pero la relación entre los 4 partidos principales se vería muy poco alterada. El resultado sería el siguiente:

Álava:

  • PNV: 3 escaños (-4)
  • Bildu: 3 escaños (-3)
  • PSE: 3 escaños (-3)
  • PP: 2 escaños (-3)
  • UPyD: 0 escaños (-1)

Guipúzcoa:

  • PNV: 8 escaños (-1)
  • Bildu: 9 escaños (=)
  • PSE: 5 escaños (=)
  • PP: 2 escaños (=)

Vizcaya:

  • PNV: 17 escaños (+6)
  • Bildu: 10 escaños (=)
  • PSE: 8 escaños (+3)
  • PP: 5 escaños (+2)

Total CAV:

  • PNV: 28 escaños (+1)
  • Bildu: 22 escaños (-1)
  • PSE: 16 escaños (=)
  • PP: 9 escaños (+1)
  • UPyD: 0 escaños (-1)

Como se ve, las diferencias serían actualmente muy pequeñas. PP y PNV subirían 1 escaños cada uno, Bildu perdería 1, y UPyD perdería el que tiene.

He querido comprobar cómo habría sido el resultado en otros dos momentos del Parlamento Vasco: el de 1984 (mayor porcentaje de voto nacionalista desde que el Parlamento Vasco tiene 75 escaños) y el de 2005 (menos porcentaje nacionalista concurriendo la izquierda abertzale). Los resultados son:

1984:

Según el censo en ese momento, los escaños que habrían correspondido en un reparto proporcional serían Álava 9, Guipúzcoa 24, Vizcaya 42. (No afecta el cambio del umbral mínimo de votos para conseguir representación, que se bajó del 5% al 3% en el año 2000 como condición de Ezker Batua para sumarse al gobierno tripartito de entonces, dado que ningún partido sin representación obtuvo más del 3%).

  • PNV: obtuvo 32, con este cambio 35 (+3)
  • PSE: obtuvo 19, con este cambio 18 (-1)
  • HB: obtuvo 11, con este cambio 11 (=)
  • AP: obtuvo 7, con este cambio 7 (=)
  • EE: obtuvo 6, con este cambio 4 (-2)

Vemos que en el momento de mayor apogeo nacionalista el PNV habría obtenido aún más escaños, que habría «robado» a EE y PSE. El porcentaje de voto nacionalista habría sido del 66,6%, un punto por encima del que fue.

2005:

Con el censo de ese momento el reparto habría sido Álava 10, Guipúzcoa 24, Vizcaya 41:

  • PNV: obtuvo 29, con este cambio 31 (+2)
  • PSE: obtuvo 18, con este cambio 18 (=)
  • EHAK: obtuvo 9, con este cambio 12 (+3)
  • PP: obtuvo 15, con este cambio 10 (-5)
  • EB: obtuvo 3, con este cambio 3 (=)
  • ARALAR: obtuvo 1, con este cambio 1 (=)

En este caso, con unas elecciones con menor voto relativo nacionalista, el cambio sí hubiera sido grande: el nacionalismo (PNV y EHAK) habrían obtenido 5 escaños más que le habrían «quitado» directamente al PP. El porcentaje de escaños nacionalistas habría sido del 59% en vez del 52% que fue.

Éstos son los datos para que cada uno pueda hacerse sus propias conclusiones. Las mías son:

  • Un sistema totalmente proporcional, con los escaños directamente ligados a la población, actualmente no supondría una gran diferencia, aunque obviamente, cualquier cambio en el sistema electoral supone cambios en la actitud de los votantes (por ejemplo, éste desincentivaría el voto a partidos pequeños en Álava, que lo tendrían más difícil para obtener escaño, mientras que podría incentivarlo en Vizcaya).
  • Pero que hoy no cambiara mucho la situación no significa que siempre sea así. En los momentos de voto nacionalista más bajo, este sistema habría aminorado en mucho sus pérdidas.
  • En las tres simulaciones realizadas, el único partido que sale consistentemente reforzado es el PNV (por su gran hegemonía en Vizcaya). Éste sería el claro beneficiario de un cambio a un sistema completamente proporcional.

Para terminar: mientras me documentaba para el post he encontrado un interesante post en el que Unai Figueroa realizó hace un par de semanas estas mismas simulaciones para los resultados de 2012, añadiendo la simulación de la circunscripción única. Y Kanciller, de Politikon, analiza la cuestión de la proporcionalidad con criterios técnicos. Más información para un debate que es difícil que se abra aún en esta legislatura.

Bildu no perdió votos por gobernar (reseña)

Una nota rápida para reseñar un interesantísimo y esclarecedor post de Piedras de Papel: «¿Castigaron los vascos a Bildu por su gestión en el gobierno local?»

La respuesta que dan es que no. Y el método para deducirlo es muy elegante. Ven que Bildu subió votos en muchos municipios en las anteriores elecciones. En algunos de los municipios pasó a gobernar, pero en otros la subida no les llevó al poder. Si su pérdida de votos hubiera estado principalmente debida al desgaste de la acción de gobierno, como muchos comentaristas dijimos, sólo habrían bajado en los municipios que gobernaban, manteniéndose o subiendo en los que no. Pero la bajada de votos ha sido similar en todos los municipios en los que previamente habían subido, gobernaran o no, por lo que su causa debe buscarse en otros factores. Un gran trabajo.

Topónimos vasco-latinos

Otro de los debates recurrentes cuando se habla de historia vasca es el de la romanización. En concreto, un mito muy extendido es el que se podría resumir con la frase «A Euskadi nunca llegaron los romanos», o «los vascos nunca fueron romanizados». Antes se defendía esta idea aludiendo a una supuesta independencia conseguida por medio de la lucha contra Roma. Actualmente es más escuchado un argumento más cercano a la realidad: a Roma no le interesaban nada estas tierras del norte, por lo que las ignoró, y de ahí el bajo grado de romanización.

Aunque es cierto que éstas no eran tierras demasiado útiles para la cultura mediterránea romana, no por ello el argumento es cierto, y existen un buen número de argumentos para refutarlo, que se podrán listar en otro momento. La realidad es que el País Vasco fue tan romanizado como todas las tierras de alrededor (algunas de ellas igual de «norteñas» y poco útiles), en todo excepto en la lengua (y sí, esto es una anomalía que no se ha explicado suficientemente).

Sólo quiero dar hoy un argumento para demostrar la profunda romanización de la zona de habla vasca: la toponimia. Un gran número de pueblos, algunos de ellos de porcentajes de habla vasca altísimos, tienen como nombre topónimos latinos evolucionados después en el euskera, siguiendo las reglas de la derivación de palabras latinas en este idioma.

Voy a dar simplemente una muestra de diez topónimos vascos muy conocidos que han sido interpretados a partir del latín. Hay que notar que los argumentos filológicos no son siempre concluyentes, y que alguna de estas interpretaciones puede discutirse. Pero me parece una buena muestra de lo profundo que caló la romanización en estas tierras.

  • LAUDIO/LLODIO. Este pueblo de Álava, muy cercano a Bilbao, muestra en su doble forma vasca (Laudio) y romance (Llodio) su origen común: CLAUDIO. En euskera, el grupo consonántico latino inicial CL se convierte en L (ECCLESIAM > eleiza), mientras que en castellano da LL (CLAVEM > llave), y como es bien sabido, el diptongo AU da O (TAURUM > toro). La etimología presenta algunas dudas (podría ser CLAUDIANUM, dado que sabemos que Ochandiano dio en euskera Otxandio; y además, CLAUDIO en castellano hubiera debido dar *loyo), pero el origen latino es claro.
  • BERMEO. La voz latina VERMICULUM, «de color rojo», dio lugar a formas del tipo «bermello» o «bermeyo» en las lenguas romances («bermejo» en castellano actual). En los documentos más antiguos de esta villa de Bizkaia su nombre aparece como Bermeio y Vermelio, que pueden relacionarse sin problemas con aquella.
  • MAÑARIA. Parece clara la procedencia latina del nombre de esta población vizcaina: BALNEARIAM (la B- latina da M- en varios casos en euskera, como BACILLUM > makil). Se trataría de una forma a mitad de camino entre la original latina y el castellano «bañera», «zona de baños» (en su término se encuentran varios manantiales ferruginosos y sulfurosos), y tendría varios paralelos en otros pueblos vascos, como Mañueta o Mañeru (aunque para Mañeru se han sugerido otros orígenes, si bien todos latinos).
  • LEKEITIO. Habitualmente se hace derivar su nombre del del río Lea, pero con muchas dificultades. Alfontso Irigoien propuso una etimología latina que no presenta problemas materiales: el nombre de persona NICETIUM; la N- inicial da en ocasiones L- en euskera (NUMERUM > lumero), y la -C- latina mantiene su carácter oclusivo (PACEM > pake), siendo la posible secuencia NICETIU > *neketio > *nekeitio > lekeitio.
  • FORUA. Parece obvia la procedencia latina del nombre de esta población: FORUM. Se sabe de hecho que se construyó sobre un poblado romano del siglo I.
  • ARAKIL. El nombre de este municipio navarro deriva directamente de una mansio Aracaeli, nombrada en el itinerario de Antonino como una población situada poco después de PAMPELONE. Caro Baroja ha supuesto que el nombre original fuera Ara Coeli, «Altar del Cielo», haciendo referencia a la cercana Sierra de Aralar. Edito: como nos recuerda un comentarista, se ha ligado a Arakil (y a una población de la Ribera del Ebro, Araciel) con el antropónimo ARACILLUS, de origen céltico.
  • LEIRE. Se ha especulado mucho con el nombre que da lugar a este monasterio navarro. Antiguamente se documenta con variadas formas, como LEIOAR, LIGOAR, LEIER, y se ha especulado con que provenga de un antiguo nombre de persona LEGIONARIUM
  • GETARIA. Se ha especulado que tanto la Getaria guipuzcoana como la vascofrancesa pueden provenir de la voz latina CETARIA, «venta de peces», (palabra relacionada con el actual «cetáceo»), con la sonorización típica del paso de términos latinos al euskera (como TEMPORA > denbora).
  • ZALDONDO/ZALDUENDO. Pese a su apariencia vasca, el nombre de este municipio alavés proviene de una importante palabra latina, SALTUS, «región forestal, bosque, selva». La evolución fonética es clara (S- > Z- como en SUCUM > ZUKU, y LT > LD como en ALTAREM > aldare), y la palabra en sí es importante en la historia vasca: Plinio el Viejo, al describir el territorio de los vascones, diferenciaba el sur cultivable, AGER VASCONUM, y el norte boscoso, SALTUS VASCONUM.
  • DURANGO. Entre las variadas hipótesis para este nombre (y su variante antigua «Duranco») sobresale la que sugirió Julio Caro Baroja: DURANICUM, posesión de un tal DURANIUS (de donde vendría también el pueblo de Durana en Álava, por ejemplo).

No quiere decirse, obviamente, que toda la toponimia vasca sea de este estilo, ni mucho menos. Estos ejemplos no dejan de ser minoritarios, pero sí son al menos sintomáticos de una realidad indubitable: la de la profunda -excepto, como se ha dicho, en la lengua- romanización del País Vasco, romanización que lo igualó a sus tierras vecinas y lo integró dentro de la que quizás fue la mayor corriente de civilización de la historia.

Nota rápida sobre el último escaño en Álava

Como sabéis, el método D’Hondt es una forma de asignar los escaños a partir de los votos recibidos por cada partido. En este método, cuando quedan por escrutarse unos pocos votos, hay que mirar al último escaño de la circunscripción, porque unos pocos votos de más podrían asignárselo a un partido distinto.

En este caso, en las elecciones de ayer el último escaño de Álava fue a parar al PSE; pero como se puede ver en la página web dispuesta por el Gobierno Vasco, al 100% escrutado y a falta del voto exterior, si el PNV obtuviera 338 votos más que el PSE, le arrebataría este escaño.

Como decimos, ese cambio podría ocurrirse al contabilizar el voto de los residentes en el extranjero (voto CERA). Pero en 2009 en Álava sólo hubo 436 votos llegados por este procedimiento, de manera que es muy difícil que se dé este vuelco. Pero habrá que ir actualizando esta información según sepamos más datos.